Con este artículo, formalmente inauguramos una nueva sección en este blog dedicada a hablar sobre libros indispensables en la biblioteca de un editor y de un escritor. Iniciamos con el Diccionario Panhispánico de Dudas por tratarse de uno de los mayores aciertos de la Real Academia en los últimos años, si bien todavía reconocemos la necesidad de mejorarla y llevarla más lejos de sus actuales alcances.
¿Qué es el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD)?
Este diccionario es una obra de referencia esencial en la biblioteca del editor. A diferencia de un diccionario exclusivamente léxico, como el Diccionario de la Real Academia (DRAE), el DPD atiende directamente las zonas de duda, tanto en el campo léxico, como en la sintaxis, la morfología, la ortografía y, tímidamente, en la ortotipografía.
Un precedente inmediato es la obra de Manuel Seco, quien también se dirigía específicamente a la atención de dudas de la lengua. Lo que hace valioso el DPD es la colaboración de las academias del continente americano y, desde luego, su oficialidad.
¿Qué contiene este diccionario?
Una de sus ventajas es que integra contenidos que antes solamente se encontraban en obras como la Ortografía o la Gramática, pero ordenados alfabéticamente bajo un lema descriptor.
Por ejemplo, en este diccionario podremos encontrar las reglas de uso de las mayúsculas en la entrada “mayúsculas”, los usos de la coma en la entrada “coma”, las reglas de acentuación (tilde) en la entrada “acento” y los múltiples usos sintácticos del pronombre relativo que en la entrada “que”, con remisiones a otras entradas también de interés como “queísmo” y “dequeísmo”.
Entre sus múltiples contenidos, podemos enumerar los siguientes:
- Artículos temáticos: uso de signos ortográficos, sintaxis, abreviaturas, siglas y siglomas…
- Palabras concretas que plantean dudas en aspectos morfológicos: plural, femenino
- Neologismos, extranjerismos, topónimos y gentilicios, latinismos
- Pronombres, adverbios, verbos, artículos, preposiciones…
- Concordancia
- Fenómenos lingüísticos particulares: queísmo, dequeísmo, voseo, leísmo/laoísmo/loísmo
- Tipos de oración: oraciones impersonales y pasiva refleja
- Numerosas construcciones y locuciones
- Voces dudosas: voces similares que se confunden en el uso, voces usadas con sentido impropio, calcos semánticos
- Reglas generales de conjugación verbal
- Listas de abreviaturas, símbolos, nombres geográficos y gentilicios
¿Cómo se usa este diccionario?
A pesar de sus múltiples ventajas, el DPD tiende a intimidar a los usuarios novatos y al público general no especializado en el campo de la lengua que, de repente, quisiera resolver alguna duda. O como me lo dijo alguien una vez: “No uso este diccionario porque nunca logro llegar a lo que busco”.
Sin duda algunos conocimientos de lingüística son deseables para utilizar esta obra, puesto que facilitarán la búsqueda. Habrá más oportunidades de encontrar las recomendaciones para evitar el dequeísmo, si ya se tiene una noción previa de lo que este concepto significa.
Ahora bien, si uno es un principiante, el diccionario mismo le irá proporcionando los conceptos para su uso. Desde mi experiencia, puedo dar las siguientes recomendaciones:
- Saber qué esperar del diccionario. Conviene familiarizarse con el tipo de lemas que incluye, las temáticas que toca y la manera de abordarlas. Bastaría con leer algunas páginas al azar y hacer un análisis de cada entrada. Por ejemplo, si se busca teoría amplia sobre la formación de palabras compuestas y de formación de palabras a partir de un prefijo, será más útil acudir a una obra de gramática (los capítulos de la Nueva gramática de la lengua española en este tema son particularmente profusos). Sin embargo, si específicamente se está buscando información sobre las palabras formadas con el prefijo “auto-”, se podrá consultar ese lema en el DPD.
- Ponerse en los pies del otro. Basta un poco de imaginación y preguntarse, desde la lógica de quienes organizaron el diccionario, ¿en dónde podrían haber situado lo que busco? Por ejemplo, si quiero saber cómo se escribe Navidad (con mayúscula o minúscula), no me aparecerá ninguna entrada “Navidad”, pero sí encontraré ese ejemplo en la entrada “mayúsculas”.
- Seguir las pistas. Una herramienta esencial en todo diccionario es la remisión. Se le llama así a esas líneas de cruce que todo diccionario debe tener, las pistas que le da al lector al indicarle en qué otras entradas del diccionario podría encontrar lo que busca. En el DPD, esto se expresa mediante una flecha (versión impresa) y un hipervínculo (versión en línea). Así, bajo la entrada “ligustre” veremos “⟶ ligustro”. Por lo tanto, la información se sitúa bajo la entrada “ligustro”, en donde también se explica “ligustre”. El diccionario puede remitir a artículos adyacentes, artículos completamente distintos o incluso a apartados dentro del mismo artículo.
- Leer periódicamente las entradas más extensas. Hay entradas que merecen ser leídas como un buen libro de texto. Las reglas de las preposiciones, los acentos, los fenómenos lingüísticos, el plural, las mayúsculas, la coma… Leerlas le ayudará al corrector a refrescar conocimientos, al editor a conocer reglas que no se imaginaba y al lector general a familiarizarse con los pormenores de la carpintería y mecánica de la lengua.
- Tomar notas. Me gusta llevar mi propia base de datos, organizada por mí, bajo las etiquetas en las que podré localizar luego la información, según mis propios recuerdos y experiencias. Así, cada usuario puede tener su mini DPD, a la medida de sus preguntas frecuentes y usos dudosos. Cada quien utilizará para esto las herramientas más a su gusto: cuaderno de notas, base de datos bibliográficas con apuntes de citas, extractos en documentos de texto o incluso la ayuda de programas para el manejo de bases de datos de investigación, como el DevonThink. El hecho de que el DPD se encuentre libre y gratuito para su consulta en línea facilita esta acción.
¿Por qué me conviene consultar el DPD?
Esta es una obra muy reciente (2005) en donde la Academia comienza a girar sus políticas. Más abierta y tolerante que los diccionarios de hace treinta años, el DPD considera los usos en otras zonas geográficas y tiende a cierta tolerancia. Esto a veces puede volver locos a quienes esperan una obra normativa absoluta, sin ambigüedades; pero nos facilita la vida a quienes creemos en el respeto por la expresión lingüística de cada pueblo.
El DPD da cuenta de criterios nuevos, algunos más tolerantes, en relación con el DRAE, registra algunos usos en el español de América, propone grafías para avanzar hacia la normalización y arbitra en diversos puntos sobre los que no había pronunciamiento previo.
¿Qué cuidados se debe tener en la consulta del DPD?
Cada año que pasa, la obra se desactualiza un poco y conviene, siempre, consultar las obras más recientes (en este momento, la Nueva gramática). Además, muchas de las normas del DPD son en realidad propuestas, no siempre las más felices, y, desde luego, no necesariamente las más aptas para nuestro público y entornos lingüísticos inmediatos. Siempre se necesita del criterio del lingüista y el editor para determinar si se acoge o no la recomendación, especialmente aquellas en donde se detectan contradicciones.
¿Dónde consigo el DPD?
En cada país hay librerías en donde se encuentra esta obra a un precio relativamente accesible para el tipo de obra que es. Pero aun cuando uno disponga de la versión impresa, la versión gratuita en línea (www.rae.es) es una herramienta indispensable, debido a la forma tan veloz en que se consulta y a la posibilidad de copiar y pegar, en nuestra base de datos personal, la información de interés.
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