En enero del 2010, todavía no se veía con claridad cuándo se iba a realizar un cambio masivo de las tecnologías del libro impreso al libro digital. En ese momento los e-readers dominantes del mercado eran gadgets monofuncionales, casi todos en blanco y negro, con tinta electrónica y en una babel de formatos. Samir Katar, en su artículo “iPad Revisited: 5 Topics for Publishers to Consider”, llama la atención sobre el hecho notable de que dos meses tras el anuncio al mundo del iPad, y dos millones de unidades vendidas después, ningún editor puede pasar por alto los cambios que se avecinan en la edición digital.
Katar indica que ya algunos analistas han comenzado a ver en el iPad el libro de texto del futuro. ¿Y por qué no? Más cómodo y práctico de tener dentro del aula que incluso una computadora de 8 pulgadas, con pantalla a todo color, muy pronto con multitasking, con visor para todo tipo de recursos audiovisuales y textuales (el maestro puede tener un repositorio en “la nube” con presentaciones de diapositivas, fotografías, videos… ¡lo que quiera!, todo accesible desde los iPad con su conexión inalámbrica), con posibilidades para escribir a mano (con un sencillo lápiz adicional que se adquiere por $15) y hacer dibujos y con un teclado táctil para la toma de notas más complejas y hasta para hacer trabajos en clase que se enviarían directamente al correo del docente, antes de que suene el timbre. Algunos usuarios del iPad han reportado que luego del shock inicial del teclado táctil, de hecho les gusta más que los teclados físicos tradicionales (escriben más rápido, según dicen).
Muchas instituciones, dice Katar, como el Instituto de Tecnología de Illinois, la Universidad Seton Hall, la Universidad George Fox y la Universidad Cristiana Abilene, ya han comprado iPads para miembros de su equipo docente y sus estudiantes. Estas instituciones se destacan por haber hecho experimentos con la integración de iPhone y iPod Touch en sus clases.
Cita Katar un estudio realizado en Princeton, en el cual se valoraba el uso del Kindle DX. El resultado resaltaba algo que el sentido común también nos dice: el subrayado, las anotaciones, los post-it y hasta doblar las páginas forman parte de la apropiación cognitiva que el estudiante realiza del texto. Ninguna “nueva tecnología” tendrá éxito hasta que sea capaz de reproducir esta experiencia básica y consubstancial a la lectura en papel.
Desde luego, el iPad tiene potencial y todavía no ha alcanzado su máximo desarrollo, ni es capaz de reproducir esas sencillas experiencias que acompañan la lectura del estudiante. Afortunadamente, con dos millones de usuarios activos y aumentando, también hay una gran presión para mejorarlo y rápidamente, por la vía de actualización y diseño del software, de manera que aun cuando el iPad está apenas en su primera generación, dentro de unos meses los usuarios tendrán muchas más alternativas sin necesidad de cambiar su hardware.
¿Es acaso el iPad el prototipo del libro de texto del futuro? Habrá que esperar, pero ciertamente, es quizás el primer aparato con las características mínimas para avanzar en esa dirección.
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