Hay quienes piensan en el libro y, casi de inmediato, piensan en Gutenberg. El libro precedió a Gutenberg y trasciende la objetivación en formato impreso. El libro ha tenido muchas formas y mutaciones. En Mesopotamia, se han encontrado conos hexagonales que narran historias de sentido completo, crónicas, tal vez, pero que, en todo, son libros: guardan unidad narrativa, están compuestos por palabras y pueden ser contados una y otra vez. En las culturas orales, hay libros también: se guardan en la memoria de bardos, cuentacuentos, tejedores de historias que conocen los secretos de la transmisión del patrimonio de saber de su gente, de sus ancestros. También están compuestos por palabras y forman unidades de sentido completo, pero solamente se objetivan en sustancia a través de la palabra sonora pronunciada y emitida bajo ciertas reglas rituales, en ciertas noches alrededor del fuego o al pie del árbol sagrado…
Y aun objetivados a través de la escritura, hemos tenido libros en arcilla, en piedra, en hojas de palma, en papiro, en pergamino, en bambú, en tela…
Los libros se forman de palabras que no siempre han estado impresas y no siempre lo estarán. Ya nos promete el siglo que apenas entra a su segunda década, un futuro en donde predominarán los libros objetivados con palabras formadas de luz y electrones, pero que seguirán siendo libros.
No obstante, en el estado presente de la historia, los buenos y rectangulares libros impresos en papel siguen siendo hermosos al tacto, dulces al olfato, atractivos a la vista y objetos de valor sentimental para quienes hemos optado por rodearnos de ellos, aprender de ellos, crecer con ellos, soñar con ellos… En el día del libro (o al menos al día siguiente), celebramos la existencia de este objeto tejido de palabras y tan sustancial a la cultura humana que, sin él, nuestra vida sería otra.
viernes, 23 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Primero que todo, debo decir que sigo este blog desde el día que me constaste que existía. Segundo, me parece un aporte sumamente valioso y de calidad para el ámbito editorial. Buscando y buscando me topé en otros momentos con blogs de editores, pero luego pasaba el tiempo y era poco o nada lo que ofrecían.
ResponderEliminarAhora bien, sobre el libro, no estoy de acuerdo en que siempre hayan existido (los "libros"). Creo entender tu punto, pero es definitivo que una cosa es el soporte y otra las "historias" que por su medio nos llegan. Ese soporte, además, transforma el modo en que interpretaremos.
Eso sí, en todo caso, sin esos "textos", el mundo sí que sería otro.
Saludos
Hola Asterión: cuando de opiniones se trata, todos tienen derecho a la suya; y gracias a las opiniones controvertidas, el conocimiento florece. En cuanto a por qué pienso que el libro no es solo el soporte físico, tiene una larga historia y casi 500 páginas de resultado de investigación. Llegué a esta conclusión cuando dejé de dar por sentado el significado de la palabra "libro" y comencé a investigar los muchos "libros" (en tanto núcleos discursivos) que atamos a este vocablo. Uno de ellos es el "libro" intangible, ese que reconocemos sin importar su forma de publicación (publicare simulacrum, entre los latinos, era 'poner a la vista un monumento'; no 'imprimir en papel'), y que incluso seguimos reconociendo traducido a lenguajes afines, como el cine y el cómic... es el caso del Quijote. Y también ese libro, como la Ilíada y la Odisea, que existieron durante muchos siglos sin alfabeto y sin escritura, pero existieron y que de hecho, los tenemos entre nosotros, solo porque alguien tomó la decisión de traducirlos a escritura. Ese libro existe y trasciende sus objetivaciones materiales. Es por eso que, tan sencillamente y sin justificar mi afirmación, lo traje a la luz en este comentario del blog.
ResponderEliminarPor cierto, Asterión, se me quedó por fuera del comentario anterior agradecerte por los comentarios. ¡Bienvenido al muro de los escribas!
ResponderEliminar¡Saludos!
ResponderEliminarJacqueline y Asterión
No creo tener en este momento los recursos para aportar en este intercambio.
Solo me pregunto:
¿Pueden las historias existir SIN el libro?, ¿Puede el libro existir SIN las historias?
¿Son estos entes separables?
¡Quiero aprender de los que llevan más camino que yo!
¡Hola Daniel! Bienvenido al blog y muchas gracias por tus comentarios. Aquí todos estamos aprendiendo y ciertamente tu experiencia será un gran aporte. En cuanto a tu comentario, coincido, no creo que sean inseparables, pero he aprendido a verlas "científicamente", es decir, "separadamente", por razones metodológicas.
ResponderEliminarPor ejemplo, si aceptamos la premisa de que el "libro" es equivalente al soporte y no hay una unidad inmaterial a la que también le llamamos "libro" (inconsciente y culturalmente), tendríamos que pensar que cada cambio tecnológico es la muerte del libro. Y no me refiero únicamente al paso hacia la era digital. Pienso en el paso de la voz articulada a la arcilla y la piedra. De la arcilla a hojas de palma. De la palma al papiro. Del papiro (rollo) al pergamino (códice). Del pergamino al papel. Del manuscrito a la imprenta. Y así sucesivamente (con todo lo que vendrá). Creo que si los lectores no reconociéramos una unidad "libro" más allá de sus realizaciones físicas y materiales, seríamos incapaces de hacer la mutación tecnológica que cada época nos impone. Desde luego, la mía es solo una posición, y una bastante poco usual, por cierto, porque reconozco la existencia de "muchos libros" (objetos epistemológicos, definiciones, núcleos discursivos) todos bajo la sombrilla de un mismo vocablo. Y a veces, cuando hablamos, evocamos unos en lugar de otros, y creemos entendernos cuando, en el fondo, no hablamos del mismo "libro".