jueves, 30 de septiembre de 2010

Los santos patronos del blog Nisaba

En este día de aniversario, miro hacia los astros, los santorales, las efemérides, para ver si el 30 de setiembre es un día especial en el mundo.

Es el mes astrológico de Libra, y con esto ya vemos la tónica que ha marcado este blog: un signo de Aire, elemento ligado a la mente, la palabra, la comunicación, y, entre estos, el que está regido por la diosa Venus, diosa de la belleza, la armonía, el equilibrio, la búsqueda del ideal.

En el santoral religioso, entre otros nombres que me resultan desconocidos (por puro azar, lo juro) salta el único que cualquier filólogo podría considerar como su patrono: san Jerónimo.

Entre las gracias de este santo, escritor prolífico y secretario de papas, se encuentra nada menos que la monstruosa tarea de traducir la Biblia al latín y haber dejado como legado la Vulgata. Hoy en día, cuando el latín ha pasado a ser lengua muerta, solo los libros (y Wikipedia, desde luego) recuerdan que se apodó de esa manera la versión de la Biblia de Jerónimo porque por vez primera se estaba traduciendo la Biblia a la lengua que, en sus tiempos, era la lengua del vulgo.

No creo que Jerónimo, el traductor, revisor, compilador y, sin duda, por mérito propio, editor incansable, supiera en aquellas horas de retiro (antes lo llamaban “espiritual”, ahora yo lo llamaría “editorial”) que su vulgata, con minúscula en esos días, llegaría a convertirse en la obra por excelencia de la Iglesia de Occidente hasta ser adoptada, más de mil años después, como la versión oficial y base de la doctrina: la Vulgata.

Como si al blog Nisaba no le fuese suficiente haber nacido bajo los auspicios de este santo, el santoral tradicional también veneraba a santa Sofía, una antigua diosa de la gnosis que se integra veladamente al nuevo culto cristiano. Así se sabe por su nombre, completamente alegórico (Sabiduría, con mayúscula) y el de sus hijas: Pistis, Elpis y Ágape; respectivamente, Fe, Esperanza y Caridad, las tres virtudes cardinales originadas en las tradiciones míticas griegas, en donde las virtudes eran siete diosas menores.

Así, entre su patrona mayor, la diosa sumeria Nisaba, y sus patronos de nacimiento, san Jerónimo y santa Sofía, en las condiciones astrológicas del signo de Libra, no imaginaba yo que el blog Nisaba hubiese nacido con tan buena estrella.

El blog Nisaba cumple un año

Hoy es 30 de setiembre y el blog Nisaba está de fiesta: se cumple un año exactamente del primer mensaje que apareció en esta tierra de letras, rincón de escritores y editores, lugar de encuentro de la palabra visual, la palabra trazada sobre papel o bitios, la palabra signo… en fin, la palabra escrita.

No elegí la fecha por nada especial, fue tan solo el día en que la idea alocada del blog finalmente adquirió forma. Hace un año, tan solo existía la inquietud de disponer de un medio para facilitar mi trabajo cotidiano. Un lugar en donde convertir las dudas más frecuentes en un artículo recurrente al cual pudiera remitir a mis colaboradores y amigos cada vez que una duda (usualmente, la misma reencarnada) volvía a aparecer.

Durante este año se han publicado en este rincón 151 artículos. Hemos recibido visitantes de España, México, Estados Unidos, Uruguay, Colombia, Argentina, Perú, Venezuela, Ecuador, República Dominicana, Centroamérica… (los cito más o menos en orden, según la cantidad de visitas) y, en general, de países de habla hispana. Pero también han llegado lectores desde Francia, Alemania, Inglaterra, Suiza y algún que otro visitante (tal vez extraviado) desde tierras de lenguas exóticas y distantes entre sí como Japón, Egipto y hasta la República de Moldova.

Pero lo que más me llena de orgullo es que esta semana hemos alcanzado y superado las 20 000 páginas vistas.

Jamás habría pensado que mis incertidumbres e indagaciones editoriales y lingüísticas, casi siempre solitarias, a veces compartidas únicamente con quienes trabajamos más de cerca, pudieran ser de utilidad también para tantas personas, en países lejanos, en otras culturas, en regiones que no me alcanzaría esta vida para recorrer.

A usted, lector o lectora que ha pasado alguna vez por este rincón de la Red, que ha visitado esta tierra de letras, muchas gracias por estar aquí y haber hecho del blog Nisaba algo más que una bitácora personal: es ya una comunidad sin fronteras. Nos une la lengua y, en esta unión, hoy digo para todos nosotros, ¡feliz aniversario, blog Nisaba!

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Humor: reforma ortográfica

Desde hace algunos años circula este divertimento de correo en correo. De cuando en cuando aparece, a veces distribuido en una larga secuencia de páginas de presentaciones de Power Point o, en alguna oportunidad, como un texto seguido. Nuevamente llega a mi buzón, y esta vez también a Nisaba, esta divertida reforma ortográfica, en este momento en que, para colmo de sincronías, ya se están filtrando los avances de la nueva ortografía cuya publicación se anticipa para el año 2011.



Reformas ortográficas


 
La Real Academia de la Lengua dará a conocer próximamente la reforma Modelo Siglo XXI de la ortografía española, que tiene como objetivo unificar el español como lengua universal de los hispanoparlantes. Me han mandado, con carácter exclusivo, un documento reservado que revela cómo se llevará a cabo dicha reforma.
 
Será, pues, una enmienda paulatina, que entrará en vigor poco a poco, para evitar confusiones. La reforma hará mucho más simple el castellano de todos los días, pondrá fin a los problemas de ortografía que tienden trampas a futbolistas, abogados y arquitectos de otros países, especialmente los iberoamericanos, y hará que nos entendamos de manera universal quienes hablamos esta noble lengua.
 
De acuerdo con el expediente secreto, la reforma se introducirá en las siguientes etapas anuales:
 
Supresión de las diferencias entre c, q y k. Komo despegue del plan, todo sonido parecido al de la k (este fonema tiene su definición téknika lingüístika, pero konfundiría mucho si la mencionamos akí) será asumido por esta letra. En adelante, pues, se eskribirá kasa, keso, Kijote.
 
También se simplifikará el sonido de la c y la z para igualarnos a nuestros hermanos hispanoamericanos que convierten todas estas letras en un úniko fonema s. Kon lo kual sobrarán la c y la z: el sapato de Sesilia es asul. Por otro lado, desapareserá la doble c y será reemplasada por x: Tuve un axidente en la Avenida Oxidental. Grasias a esta modifikasión los españoles no tendrán ventajas ortográfikas frente a otros pueblos hispanoparlantes por su estraña pronunsiasión de siertas letras.
 
Así mismo, se funden la b kon la v; ya que no existe en español diferencia alguna entre el sonido de la b larga y la v chikita. Por lo kual, a partir del segundo año, desapareserá la v y beremos kómo bastará con la b para ke bibamos felises y kontentos.
 
Pasa lo mismo kon la elle y la ye. Todo se eskribirá con y: Yébeme de paseo a Sebiya, señor Biyar. Esta integrasión probokará agradesimiento general de kienes hablan kasteyano, desde Balensia hasta Bolibia. Toda b será de baka, toda v será de burro.
 
La hache, kuya presensia es fantasma en nuestra lengua, kedará suprimida por kompleto: así, ablaremos de abichuelas o alkool.
 
No tendremos ke pensar kómo se eskribe sanaoria, y se akabarán esas komplikadas y umiyantes distinsiones entre echo y hecho. Ya no abrá ke desperdisiar más oras de estudio en semejante kuestión ke nos tenía artos.
 
A partir del tercer año de esta implantación, y para mayor konsistensia, todo sonido de erre se eskribirá con doble rr: Rroberto me rregaló una rradio.
 
Para ebitar otros problemas ortográfikos se fusionan la g y la j, para que así jitano se eskriba komo jirafa y geranio komo jefe. Aora todo ba con jota: El jeneral jestionó la jerensia. No ay duda de ke esta sensiya modifikasión ará que ablemos y eskribamos todos con más rregularidad y más rrápido rritmo.
 
Orrible kalamidad del kastellano, en jeneral, son las tildes o asentos. Esta sancadiya kotidiana jenerara una axion desisiba en la rreforma; aremos komo el ingles, que a triunfado unibersalmente sin tildes. Kedaran ellas kanseladas desde el kuarto año, y abran de ser el sentido komun y la intelijensia kayejera los ke digan a ke se rrefiere kada bocablo. Berbigrasia: ¡Komo komo komo komo!
 
Las konsonantes st, ps o pt juntas kedaran komo simples t o s, kon el fin de aprosimarnos lo masimo posible a la pronunsiasion iberoamerikana. Kon el kambio anterior diremos ke etas propuetas osionales etan detinadas a mejorar ete etado konfuso de la lengua.
 
Tambien seran proibidas siertas konsonantes finales ke inkomodan y poko ayudan al siudadano. Asi, se dira: ¿ke ora es en tu relo?, As un ueko en la pare y La mita de los aorros son de agusti. Entre eyas, se suprimiran las eses de los plurales, de manera que diremos la mujere o lo ombre. Despues yegara la eliminasion de la d del partisipio pasao. El uso a impueto ke no se diga ya bailado sino bailao, erbido sino erbio y venido sino benio. Kabibajo asetaremo eta kotumbre bulgar, ya ke el pueblo yano manda, al fin y al kabo; dede el kinto año kedaran suprimia esa de interbokalika ke la jente no pronunsia.
 
Adema, y konsiderando ke el latin no tenia artikulo y nosotro no debemo imbentar kosa que nuetro padre latin rrechasaba, kateyano karesera de artikulo. Sera poko enrredao en prinsipio, y ablaremo komo fubolita yugolabo, pero depue todo etranjero beran ke tarea de aprender nuevo idioma rresultan ma fasile.
 
Profesore terminaran benerando akademiko ke an desidio aser rreformas klabes para ke sere umano ke bibimo en nasione ispanoablante gosemo berdaderamente del idioma de Serbante y Kebedo.
 
ESO SI: nunka asetaremo ke potensia etranjera token un kabeyo de letra eñe. Eñe rrepresenta balore ma elebado de tradision ispanika y primero kaeremo mueto ante ke asetar bejasione a simbolo ke a sio korason bibifikante de istoria kastisa epañola unibersa.
 
No bemo po ay.
 
Enrique G.
Mejiko


Agradecimiento
Muchas gracias a Gustavo N. por el envío de esta “ultrasecreta” reforma de la lengua.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Citas textuales: ortotipografía de las citas largas

La definición de cita larga, como vimos en un artículo anterior, es un límite arbitrario establecido según el manual de estilo bibliográfico que se esté utilizando. En APA se sitúa en cuarenta palabras; en MLA, se define como una cita superior a cuatro renglones; Roberto Zavala la traza en cinco renglones (1995: p. 301) y José Martínez de Sousa en más de seis líneas (Martínez, 2007: p. 72). Personalmente preferiría una medida en caracteres, así que recomiendo la propuesta de APA, por ser menos sujeta a cambio que el ancho del renglón o la línea de cada caja tipográfica.

Las citas textuales largas se sacan del discurso principal, no se integran al párrafo, ni están sujetas a su puntuación: se convierten en un párrafo independiente, en donde aplican varios cambios tipográficos.

  1. Ausencia de comillas. En todos los casos, las citas se escriben sin comillas. Los cambios tipográficos dejarán evidencia suficiente para hacerle saber al lector que se encuentra ante palabras ajenas.
  2. Margen. El párrafo se sitúa a una distancia suficiente del margen izquierdo. APA propone “aproximadamente media pulgada” (p. 171), MLA indica una pulgada, Martínez de Sousa señala un sangrado general con el valor de la sangría empleada en el cuerpo de texto principal. El margen derecho se deja intacto, aunque a algunos editores les gusta usar el mismo valor elegido para el margen izquierdo, de manera tal que la cita se ve “centrada” en la página. El efecto final es el de un bloque de texto independiente dentro de la caja tipográfica.
  3. Cuerpo de la letra. APA y MLA no mencionan ningún cambio en el tamaño de la letra; sin embargo, sí es práctica editorial generalizada el disminuir el tamaño de la letra de las citas largas. Así lo corrobora José Martínez de Sousa (2007) y Roberto Zavala (1995) propone, específicamente, un punto menos que el cuerpo del texto.
  4. Separación de los párrafos anterior y posterior. En APA y en MLA no se aplica ningún espacio de separación. En los usos editoriales, en cambio, la cita se separa un renglón o espacio (o un cuadratín, dice Zavala) de los párrafos inmediatamente anterior y posterior a la cita (Martínez, 2008: 454).
  5. Espaciado. Los manuales de APA y MLA indican que el texto de la cita debe escribirse a doble espacio, pero cabe hacer la aclaración de que también indican que todo el manuscrito se escribe a doble espacio. Por lo tanto, la regla puede interpretarse como que la cita llevará un espacio análogo al del cuerpo de texto.
  6. Sangría. MLA, APA, Martínez de Sousa y Zavala coinciden en que una cita larga compuesta por un solo párrafo se escribe sin sangría. No obstante, si se compone de varios párrafos, los siguientes párrafos deberán llevar sangría inicial (Martínez, 2008: 454; Zavala, 1995: 301; APA, 2009: 171). La única excepción la hace el manual de MLA, puesto que en caso de citar dos párrafos o más, recomienda ponerles sangría a todos, siempre y cuando también el primer renglón del primer párrafo de la cita sea, en la fuente, un inicio de párrafo. De esta manera se le indica al lector experto si este es o no un párrafo independiente en la fuente consultada.
  7. Puntuación. A diferencia de lo que se veía en la cita corta, integrada en el texto del autor, en donde el punto se sitúa siempre después de la información parentética, los manuales de APA y MLA proponen que en las citas largas se debe respetar la puntuación de la fuente. Por lo tanto, si la última oración termina con punto final, se coloca este punto antes de la información parentética y luego se coloca otro punto después del paréntesis de cierre (para respetar la regla en español [Diccionario panhispánico de dudas, “paréntesis”, §3.a]; en inglés ese último punto es innecesario).
Otras maneras de dar formato a las citas
Martínez de Sousa menciona que existen otras alternativas editoriales para destacar las citas, no solo la que estamos proponiendo aquí de forma general. Por ejemplo, si el cuerpo de texto está a doble espacio y se elige no reducir el tamaño de la letra de la cita, esta irá a espacio sencillo, sin comillas. O bien, se puede elegir no darle un sangrado especial a la cita, pero siempre deberá ir en un cuerpo menor y distinguible del resto del texto. También existe la posibilidad de no hacer ningún cambio tipográfico del todo. En este caso, las comillas son obligatorias, tanto al inicio del primer párrafo, como de todos los demás párrafos que vengan después, en los que se usan las comillas de seguimiento; es decir, en lugar poner las comillas de apertura al inicio de cada párrafo, se escriben las comillas de cierre (» o ”), para indicar que la cita se inició desde el párrafo anterior y aún no ha terminado (Martínez, 2007: pp. 72-73; 2008: pp. 453-454).

Estas corresponden a variantes que a menudo encontramos en alguna publicación, pero cada vez se ven en menor cantidad.

La elipsis o supresión de texto en una cita
Sobre este tema tan complejo ya habíamos publicado varios artículos. Remito a su lectura, porque complementa la ortotipografía de las citas textuales y, sin duda, es necesario tomar en cuenta esas normas durante la escritura de obras académicas:

En síntesis
Si bien conviene revisar las reglas del manual bibliográfico al que uno debe apegarse (ya se trate del manual de una casa editorial o de una normativa bibliográfica, como las de Chicago, APA y MLA), la atención a los detalles hará que las citas bibliográficas de nuestra obra académica sean al mismo tiempo funcionales, precisas, exactas y elegantes.

Se deben evitar vicios como destacar todo el párrafo especial al escribirlo entre comillas o con negrita, cursiva u otra familia tipográfica. La elegancia está en la simplicidad tipográfica.

Lista de referencias
American Psychological Association (2009). Publication Manual of the American Psychological Association (6.a ed.). Washington, D.C.: Author.
Martínez de Sousa, J. (2007). Manual de estilo de la lengua española (3.
a ed.). Gijón: Ediciones Trea.
        
Martínez de Sousa, J. (2008). Ortografía y ortotipografía del español actual (2.
a ed.). Gijón: Trea.
Modern Language Association of America (2008). MLA Style Manual and Guide to Scholarly Publishing (3.
a ed.). New York: Author.

Citas textuales: ortotipografía de las citas cortas

Las citas cortas se escriben con las mismas características tipográficas del cuerpo de texto principal: en redonda, con el mismo cuerpo de letra, con la misma fuente. Un error usual es aplicar cursiva o negrita a la cita. Incluso hay quienes varían la fuente de la letra.

Quizás exista algún manual de estilo bibliográfico en el mundo que sugiera el uso de la cursiva en las citas textuales. De todas maneras, habría que evitar el doble destacado: si se usan comillas, ¿para qué cursivas? Si se usan cursivas, ¿para qué comillas? No obstante, en este último caso, ¿cómo sabe el lector inequívocamente que es una cita textual y no una idea que el autor quiere destacar?

Por esas razones, la única marca tipográfica para indicarle al lector que está a punto de iniciar o finalizar una cita deben ser las comillas dobles. Se emplean las de apertura (“) o cierre (”), según se sitúen al inicio o al final de la cita. Si el texto se publica para el territorio español, se emplearán las comillas de codo, cuadradas o españolas: « ». [Sabemos bien que la Real Academia Española y José Martínez de Sousa (2008: 332-335) consideran incorrecto el uso de las comillas inglesas o voladitas, por ser un anglicismo tipográfico. Sin embargo, quienes vivimos en el medio editorial latinoamericano no podemos luchar contracorriente cuando la práctica es completamente ajena a la norma: aquí es tan usual y correcto usar las comillas inglesas, como lo es en España usar las comillas españolas].

Las comillas de apertura se separan por medio de un espacio en blanco de la palabra que las antecede; pero van unidas y yuxtapuestas a la primera palabra de la cita textual. La misma regla se aplica a las comillas de cierre, pero inversamente: las comillas se unen a la última palabra de la cita textual y se separan de la palabra siguiente por medio de un espacio; a menos que vayan seguidas de un signo de puntuación.


Correcto
Recuerdo a tu abuela diciendo “más vale el diablo por viejo que por diablo”, cuando intentaba, sin éxito, engañarla con mis travesuras.

Incorrecto
Recuerdo a tu abuela diciendo“ más vale el diablo por viejo que por diablo ” , cuando intentaba, sin éxito, engañarla con mis travesuras.


El lugar de la referencia bibliográfica
Existen varios escenarios posibles para situar la referencia bibliográfica de una cita corta. En general, deben seguirse algunas normas en las que los manuales suelen coincidir:

  1. Si el nombre del autor se está mencionando como parte de la redacción del texto y antecediendo la cita textual, justo inmediatamente después del apellido, entre paréntesis, se coloca el año de la publicación. Luego se anota la cita, entrecomillada y, después de las comillas, entre paréntesis, se escribe el número de página respectivo. En sistema APA, debe antecederse por la abreviatura de página (p.). Después del paréntesis no se escribe ningún signo, a menos que se trate de la puntuación propia de la oración.
  2. Si el nombre del autor no se menciona antes, toda la información parentética se escribe, como es usual, en el paréntesis al final de la última palabra de la cita, después de las comillas, separado por un espacio en blanco de las comillas, sin punto en medio. El punto se sitúa al final de la información parentética (si ahí termina la oración) y nunca antes del paréntesis.
Ejemplos correctos de aplicación APA
En el Códice Florentino, afirma Portilla (2003), “hay elementos que coinciden claramente con otros que se localizan en códices de otras regiones” (p. 73).
La interpretación de las ideas es uno de los temas centrales cuando se hace el esfuerzo de traducir un texto de una lengua a otra: “Como todo traductor sabe, la traducción tiene que estar dominada por el sentido, no por las meras palabras de un texto” (Olson, 1994/1997: p. 170).

Incorrecto
En el Códice Florentino, afirma Portilla, “hay elementos que coinciden claramente con otros que se localizan en códices de otras regiones”. (página 73).
La interpretación de las ideas es uno de los temas centrales cuando se hace el esfuerzo de traducir un texto de una lengua a otra: “Como todo traductor sabe, la traducción tiene que estar dominada por el sentido, no por las meras palabras de un texto”. (Olson, 1997: p. 170).


En el último ejemplo, adrede he utilizado una obra traducida al español. Se está usando la traducción de 1997, pero la obra fue publicada originalmente en 1994. Omitir este detalle es un error frecuente en la escritura y edición de obras académicas. (Ver artículo Las referencias de obras traducidas en APA”).


¿Y si hay comillas dentro de las comillas?
En este caso, las palabras que en la publicación original se escribían entre comillas dobles, en la cita textual se escribirán entre comillas sencillas, como una manera de mantener el destacado sin renunciar a la ortotipografía de la cita textual. En las ediciones españolas, en donde se emplean las comillas angulares, se emplean las comillas inglesas, porque habrá suficiente contraste entre unas y otras.

En este escenario, existe un agravante: ¿qué pasa si la palabra entrecomillada en el texto original es, además, la última palabra de la cita que estoy extrayendo? ¿Escribo tres comillas juntas? ¿Dejo un espacio en blanco entre las dos?

En cualquiera de los dos casos se ve mal, eso no se pone en duda. Lo ideal sería extraer la cita de tal manera que jamás una palabra entrecomillada en el texto original sea, a su vez, la última palabra de nuestra cita. Pero si es del todo inevitable, y si no queda nada por hacer, José Martínez de Sousa propone separarlas ligeramente, con medio espacio (no con un espacio completo). Me robo su ejemplo, por ser muy vehemente y claro:

«El Eterno habló a Moisés y dijo: “Habla a toda la asamblea de los hijos de Israel y diles: ‘Sed santos, porque yo soy santo, el Eterno, vuestro Dios’ ».

Desde luego, si me preguntan cómo haría en un libro latinoamericano, sin comillas angulares para citar ese ejemplo, tendría que recomendar usar todas las comillas, incluso las angulares, tal y como se emplea ahí, porque esa es una cita excepcional en sus características.

Ahora bien, en tanto editora y correctora a veces prefiero la otra vía fácil: cambiar la redacción, cambiar la cita, hacer que la cita sea más larga y darle tratamiento de cita larga (sin comillas al inicio y al final de la cita) o cualquier otra modificación mayor que, por eliminar la causa del problema, elimine también el problema. Si nosotros somos los amos y señores de nuestro texto, ¿quién nos impide modificarlo a voluntad? Dilema tienen los correctores de pruebas, quienes no podrían sugerir tan invasiva corrección.

Lista de referencias
American Psychological Association (2009). Publication Manual of the American Psychological Association (6.a ed.). Washington, D.C.: Author.
Martínez de Sousa, J. (2008).
Ortografía y ortotipografía del español actual (2.a ed.). Gijón: Trea.
Modern Language Association of America (2008).
MLA Style Manual and Guide to Scholarly Publishing (3.a ed.). New York: Author.

Citas textuales: citas cortas y largas

En la escritura para el medio académico, la cita textual es uno de los panes de cada día. Forma parte de toda investigación que se respete, ya sea con fines expositivos o didácticos. No obstante, abunda la incertidumbre respecto a su correcta grafía y formato. Cabe la aclaración de que si la universidad, la escuela o el docente de un curso han girado la directriz de seguir al pie de la letra algún manual de estilo bibliográfico (APA, Chicago, MLA, Vancouver, Harvard, etc.), el escritor o editor deberá remitirse antes que nada a ese manual y revisar su normativa.

Sin embargo, la experiencia demuestra que muchas instituciones y docentes tienen una relación difusa con estos manuales y, al final, descansan sobre una especie de tradición oral con poca o ninguna consideración ortotipográfica.

Puesto que el tema es complejo en sus minucias, lo abordaremos a través de una serie de artículos que proporcionen lineamientos válidos para la edición de documentación académica en español. Se ha utilizado como referencia los lineamientos de los manuales de la American Psychological Association (APA), en su sexta edición, y de la Modern Language Association (MLA), en su tercera edición. Se complementa la información con la obra de José Martínez de Sousa Ortografía y ortotipografía del español actual, en su segunda edición.


¿Qué es una cita textual?
Una cita textual es la reproducción exacta y fiel de las palabras de una fuente, ya sea oral o escrita. La cita únicamente consiste en esas palabras fielmente reproducidas. La información de la fuente, de dónde se toma y demás coordenadas bibliográficas forman lo que denominamos referencia; es decir, es la información parentética que indica de dónde se toma la cita textual.

Cuando las ideas del autor no se reproducen textualmente y son modificadas de manera sustancial en su redacción, estamos ante una paráfrasis. Ahí no es necesario aplicar ninguna ortotipografía adicional (el texto mantiene las características formales del cuerpo de texto principal) y únicamente se requiere especificar la referencia.

Cuando es necesario introducir alguna modificación en la cita textual, se indicará por medio de corchetes ([ ]). La ortografía original de la cita también debe respetarse, en cuanto a sus mayúsculas y minúsculas.

Una cita textual puede iniciarse en cualquier parte del discurso, no necesariamente en el inicio de la oración, y finalizará ahí en donde sea pertinente.

La cita textual también puede interrumpirse o fraccionarse para acomodarla a la redacción del autor, según convenga; siempre y cuando se delimite, de manera visible y clara para el lector, en dónde comienzan y terminan las palabras del autor citado.

Ejemplos válidos

San Agustín afirma en sus Confesiones que “El llanto es gustoso y dulce a los desventurados y afligidos”.

“El llanto”, afirma san Agustín en sus Confesiones, “es gustoso y dulce a los desventurados y afligidos”.


Dos normas gráficas según la extensión de la cita
Una de las características que más produce vacilación en la ortotipografía de las citas textuales es el hecho de que el formato varía según se trate de una cita corta o de una cita larga.

La frontera entre lo que se considera “corto” o “largo” es arbitraria y por eso el escritor de obras académicas debe continuamente referirse a su manual de cabecera. El manual de la APA sitúa la frontera en una extensión de cuarenta palabras; el manual de la MLA propone una extensión de cuatro renglones.

Dicho de otra manera, las citas menores de cuarenta palabras (APA) o cuatro renglones (MLA) se escriben de una manera y las que superen esa cantidad se escriben de otra.

Las particularidades de cada una las veremos en artículos separados.


Lista de referencias
American Psychological Association (2009). Publication Manual of the American Psychological Association (6.a ed.). Washington, D.C.: Author.
Martínez de Sousa, J. (2008). Ortografía y ortotipografía del español actual (2.
a ed.). Gijón: Trea.
Modern Language Association of America (2008). MLA Style Manual and Guide to Scholarly Publishing (3.
a ed.). New York: Author.        

jueves, 23 de septiembre de 2010

Scrivener para Windows: el mejor programa para escritores llega a la PC

El día de ayer, Literature and Latte hizo un anuncio extraordinario: durante dos años, secretamente, se ha estado elaborando una versión de Scrivener que pueda correr en Windows como una aplicación nativa de esta plataforma.

Este esfuerzo de programación es el resultado del esfuerzo de Lee, un escritor y programador australiano quien desarrolló independientemente la versión para Windows, bajo el consentimiento y la retroalimentación de Keith, el programador de Scrivener, y el equipo de Literature and Latte.

El éxito de Scrivener reside en que es un programa para escritores diseñado por escritores. Keith no tenía en mente fundar una compañía de software, sino disponer de una herramienta de escritura hecha a sus necesidades, a su gusto y para su plataforma favorita: Macintosh. Así, tomando sus componentes favoritos de todas las aplicaciones con las que intentó escribir su gran novela de éxito, creó un programa a la medida de su trabajo creativo.

Afortunadamente, para los demás escritores del mundo, Keith no fue egoísta y compartió su pequeña joya. De inmediato encontró adeptos, y ahora este programa se ha convertido en la herramienta por excelencia de muchos de nosotros, escritores y editores que estamos lidiando con personajes, tramas y palabras y no tenemos tiempo para, además de todo, lidiar con procesadores de texto diseñados para escribir memorandos y cartas (en otras palabras, Word).

Los escritores usuarios de Windows han tenido programas similares durante muchos años, décadas ya, pero ninguno alcanza la elegancia, la versatilidad y el refinamiento de Scrivener. Puedo afirmar, sin remordimiento alguno, que he pasado muchas horas probando todos los programas de escritores para Windows, en mi intento por encontrar uno, al menos uno, que fuera tan sencillo y poderoso como Scrivener. Sobra decirlo: no lo encontré.

De ahí que mi entusiasmo por Scrivener sea parecido al de Keith, Lee y todo el equipo de Literature and Latte: no soy una vendedora de software tratando de ganar una comisión (de hecho, no lo hago). Soy una escritora tan enamorada de este programa que solo puedo recomendarlo en cada oportunidad disponible. Es el tipo de hallazgos que uno le cuenta los amigos con una alegría genuina, como quien ha encontrado un maravilloso tesoro y no puede aguantarse las ganas de compartirlo.

Por eso esta noticia es tan maravillosa: ya sea usted un usuario enamorado de su PC y de Windows, o un escritor forzado por las circunstancias a utilizar Windows por alguna razón fuera de su control (como es mi caso, durante algunas horas del día), muy pronto encontrará una herramienta incomparable.

Scrivener para Windows utiliza un formato que será compatible con el nuevo Scrivener 2.0 (ya también a la vuelta de la esquina) y, por lo tanto, será muy sencillo trabajar un mismo proyecto en Mac o en PC.

La versión beta pública estará disponible a partir del próximo 25 de octubre y el programa podrá adquirirse a partir de febrero del 2011. Desde ahora, usted puede ver una demostración en video del programa en la nueva página de Scrivener para Windows.

La licencia costará $40 ($35 con descuento educativo). Este precio es una ganga por la calidad de este programa, pero como dicen otros usuarios de Scrivener, “jamás le diremos a Keith lo que realmente estaríamos dispuestos a pagar”. Por lo tanto, soy de quienes gustosamente paga la licencia como una forma de apoyar al equipo y con la esperanza de que se siga desarrollando activamente Scrivener en los años venideros.

Keith todavía no ha escrito su novela de éxito. Quizás ha descubierto, como otros escritores antes que él, que su verdadera vocación no era escribir novelas, sino darle Scrivener al mundo. En otras palabras, que la escritura elige al escritor. (De todas formas, ¡suerte con esa novela!). ¡Felicidades a Literature and Latte por su nuevo hijo y a todos nosotros, escritores del mundo, que contamos los días para tener Scrivener en la PC!

P.d.: Recuerde que también puede visitar el sitio de Scrivener en español para conocer más sobre este programa.

martes, 21 de septiembre de 2010

Ortotipografía: los signos de interrogación y exclamación

La capacidad humana de hacerse preguntas y de asombrarse ante el mundo es una de las claves de la evolución y el aprendizaje. Por la misma razón, hemos creado signos para representar estas dos modalidades de pensamiento en la escritura. Sin embargo, con mucha frecuencia escucho dudas reiteradas sobre cómo se utilizan, cuándo se escriben y cuáles son sus reglas ortotipográficas.

En lo que a los signos de interrogación y exclamación concierne, las convenciones varían de una lengua a otra. Por esa razón, aquí nos concentraremos en las normas del español.

¿Cuáles son los signos de interrogación y exclamación?

Los signos de interrogación son esas hoces que terminan en un punto, con las que hemos enmarcado el subtítulo de este apartado: ¿ ?. Los de admiración se distinguen porque se forman con una línea recta, terminada en punto: ¡ !. Como acabo de mostrar, existen dos tipos: uno de apertura y uno de cierre. Es incorrecto situar el signo de cierre en la posición de apertura o a la inversa:

Correcto

¿Me prestas tu libro de cohetes?

Incorrecto

?Me prestas tu libro de cohetes?

¿Siempre se necesita escribir el signo de apertura?

Sí, siempre y cuando estemos escribiendo en español. En español, en el habla, es posible transformar la misma oración (con idéntica estructura sintáctica) en una pregunta o en una exclamación, gracias al poder de la entonación, que en la escritura representamos por medio de signos: Vas a ir al cine no es lo mismo que ¿Vas a ir al cine? o, incluso, que ¡Vas a ir al cine!; en cada caso hay un matiz de significado diferenciador.

Necesitamos el signo de apertura para indicarle al lector el punto exacto de la enunciación en donde se produce el cambio de significado.

¿Por qué a veces se escribe signo de puntuación detrás del signo y a veces no?

Los signos de interrogación y admiración tienen valor de punto final, siempre y cuando no vayan seguidos de una coma o de un punto y coma. Por lo tanto, la adecuada puntuación de la frase dependerá, en primera instancia, de la intención del escritor y, en segunda, del juego de signos, mayúsculas y minúsculas de la oración.

Uno de los casos en donde más se presta a confusión es en la enumeración de preguntas después de dos puntos. La elección entre una alternativa y otra dependerá del tipo de idea que se desee transmitir. Los siguientes son dos ejemplos correctos de puntuación con los signos de interrogación:

Ejemplo 1

La humanidad se ha formulado numerosas preguntas cruciales a través de su historia: ¿cuál es la clave de la vida?, ¿existen poderes superiores que determinen los designios humanos?, ¿cómo se justifica el gobierno de los pocos sobre los muchos?, ¿hasta qué punto se puede dejar el poder en manos de los pueblos?

Ejemplo 2

La humanidad se ha formulado numerosas preguntas cruciales a través de su historia: ¿Cuál es la clave de la vida? ¿Existen poderes superiores que determinen los designios humanos? ¿Cómo se justifica el gobierno de los pocos sobre los muchos? ¿Hasta qué punto se puede dejar el poder en manos de los pueblos?

Nótese que en ningún caso se emplea el punto, porque el signo de interrogación ya tiene valor de punto. Lo que sí procede es dejar un espacio en blanco entre una oración y otra. En cambio, si se toma la decisión de separar las preguntas por medio de comas, el signo de interrogación pierde su valor de punto final y, por lo tanto, la siguiente oración debe iniciar con minúscula.

¿En qué estriba la diferencia entre una manera de escribir la secuencia y la otra?

Es una cuestión de estilo, de tono de voz, por así decirlo. Un punto supone una pausa mayor, una separación más tajante entre una expresión y otra, un ritmo más cadencioso que obliga a lanzar la idea y hacer un silencio. La enumeración por medio de comas nos dice que todas las preguntas son, en el fondo, la misma pregunta; que forman parte de una secuencia, que están ligadas entre ellas. No queremos que el lector las separe, sino que las una.

¿Se escribe espacio antes o después del signo?

El signo debe escribirse sin espacio de separación entre la palabra a la cual está asociado. Así, el signo de apertura irá junto a la primera palabra de la oración y el signo de cierre estará junto a la última palabra de la oración:

Correcto:

¿Vas a llegar tarde esta noche?

Incorrecto:

¿ Vas a llegar tarde esta noche ?

Tampoco se debe pegar el signo a otras palabras que no sean las señaladas.

Correcto:

Tu tía ya llegó. ¿Está listo el café?

Incorrecto:

Tu tía ya llegó.¿ Está listo el café?

En este último ejemplo, también conviene destacar que los signos de interrogación y exclamación únicamente tienen valor de punto cuando están en posición final de oración. Por lo tanto, las oraciones que le antecedan deben llevar sus respectivos signos de puntuación.

Casos en que las preguntas o exclamaciones no llevan signos

Dentro de la redacción se dan casos especiales en donde el hablante siente que se formula una pregunta, pero no precisan los signos respectivos. Esto ocurre cuando la pregunta está integrada en el discurso y no formulada como una oración interrogativa.

Ejemplo:

La maestra pregunta si los niños trajeron la tarea.

Para que esta oración fuese interrogativa, tendríamos que modificar la redacción, por ejemplo así:

La maestra pregunta: “¿Trajeron la tarea?”.

En síntesis

Las reglas de los signos de admiración e interrogación son sencillas:

  1. Siempre deben escribirse los signos de apertura y de cierre.
  2. El signo tiene valor de punto en posición final de palabra, siempre y cuando no le siga otro signo de puntuación (coma, punto y coma, dos puntos).
  3. El signo debe ir junto a las palabras respectivas de apertura y de cierre de la oración que enmarca, sin espacio de separación respecto a estas, pero con un espacio que lo separe de las otras oraciones adyacentes.
  4. Se debe valorar la sintaxis de la oración para discernir cuándo procede escribir los signos.

En cuestiones de signos de interrogación y exclamación, la buena ortografía garantiza la comunicación más allá de las fronteras, las costumbres y las diferencias culturales.

sábado, 18 de septiembre de 2010

¿Cómo solicitar permisos de publicación?

En el artículo anterior, “Propiedad intelectual de dominio público”, hablábamos sobre cuáles obras intelectuales pueden emplearse libremente, sin necesidad de solicitar permiso.

Pero a menudo se llega a una encrucijada: ¿qué pasa si la obra tiene dueño y necesito utilizarla en mi publicación? ¿Qué pasa cuando sí debo pedir permiso?

En ese caso, el autor o editor responsable iniciará inmediatamente las gestiones para localizar al titular de los derechos de autor y solicitar su autorización expresa para usar la obra intelectual. En este punto, lo que deseamos es tener éxito: nuestro objetivo es obtener el permiso y, para esto, conviene tener presente una serie de aspectos que pueden marcar la diferencia y evitarnos una negativa.

¿A quién debo dirigirme?

Tenemos la creencia errónea de que el autor es siempre el principal titular de los derechos de su obra y hacemos hasta lo imposible para obtener su dirección postal o correo electrónico. Pasamos por alto las características del trasiego de la propiedad intelectual: es un bien que se compra, se vende, se alquila, se cede… Para eso existen los contratos y en ellos se especifica durante cuánto tiempo y bajo qué condiciones se ceden los derechos de autor.

Por eso, en los casos de obras publicadas, a menudo debemos tratar con la editorial y no con el autor directamente. Esto puede ser una gran ventaja: las editoriales son más fáciles de contactar que los autores. Tienen departamentos encargados de la gestión de los derechos; a menudo los encontramos en la sección de “Contactos” en sus páginas web.

También puede suceder que debamos tratar con un representante, un heredero o una organización que administra los derechos.

Si la publicación es muy vieja (los contratos a menudo se pactan por periodos de 5 a 15 años, renovables), puede ser necesario contactar al autor o a sus herederos. Si no es posible encontrarlos, aunque la obra parezca “huérfana” es mejor proceder con prudencia y no publicarla.

¿Qué información debo incluir en la solicitud de permiso?

Esta es la parte más delicada de todas: la cuidadosa redacción de la carta de solicitud y la inclusión de todos los datos pertinentes y necesarios es la clave para la obtención de los permisos de publicación.

Aquí conviene ponerse en los zapatos del otro: ¿qué valora un autor o una editorial para otorgar un permiso de publicación? La respuesta a es preguntas hipotética es el eje desde el cual debe redactarse la solicitud del permiso. A continuación, detallaremos, uno a uno, los datos esenciales de una solicitud de permisos exitosa.

Presentación y credenciales

Es necesario decir quién es uno, para quién trabaja, cuáles son sus principales credenciales. Si se forma parte de una institución o una editorial, además conviene hacer una reseña breve de su línea editorial, su misión y visión y su solidez como institución. Aquí es imprescindible poner la dirección de la página web y cualquier otra documentación en línea por medio de la cual el destinatario pueda comprobar la veracidad de las credenciales y la existencia real de la institución o compañía.

Contexto, uso y justificación de la publicación del material

Todo autor o editorial desea saber cómo se va a emplear su obra y en qué contexto. Jamás otorgarían el permiso de saber que la obra se utilizará para propósitos que contravengan sus principios o en una publicación cuestionable. Por lo tanto, conviene explicar con detalle en qué consiste el proyecto, por qué esta obra es un aporte en ese proyecto editorial y cuáles son las razones para considerar necesaria su inclusión en la publicación, así como una garantía de que será empleada justamente y sin perjuicio de la imagen o reputación del autor.

Detalles de la publicación: nombre, territorio, fecha estimada

Se incluyen aspectos muy prácticos: nombre de la publicación, territorio en donde circulará, fecha estimada de publicación, características comerciales de la publicación (se pondrá a la venta), cantidad estimada de ejemplares… todos los datos que típicamente cubren los contratos de derechos de autor. También conviene señalar si se pide permiso para hacer una transformación, como podría ser una traducción de la obra.

Fecha en que se necesita una respuesta

De manera elegante y sin forzar la petición, siempre es conveniente indicar un plazo máximo para el cual se necesita obtener una respuesta. Esto nos da un periodo de tiempo para darle seguimiento a la solicitud y comprobar si ha sido denegada.

Las solicitudes deben hacerse con suficiente tiempo de antelación. Los trámites pueden variar: una reunión de junta directiva, una consulta al asesor legal… Esto debemos preverlo, con un tiempo prudencial. Habrá mayores posibilidades de éxito si gestionamos los permisos varios meses antes de la fecha de publicación. Esto también permite buscar alternativas en caso de que la solicitud sea denegada.

¿Debo pagar para publicar la obra autorizada?

Esto depende del pacto al que se haya llegado con el titular de los derechos. Muy a menudo estamos solicitando la inclusión de una fotografía para ilustrar un artículo o de una obra breve, como un cuento o un poema. Cuando la obra tiene un valor cultural añadido, como una obra de difusión académica, las editoriales y los autores pueden ser muy razonables y conceder el permiso gratuitamente.

Los dueños de los derechos siempre valorarán las potenciales ganancias derivadas del uso de su obra. De ahí que si se trata de una obra comercial, con amplio potencial para el lucro, se solicite algún tipo de compensación, que puede ir desde una tarifa muy razonable hasta un contrato más oneroso. Esta es una negociación no sujeta a reglas, sino al mutuo arreglo de las partes.

Si la editorial ya está dispuesta de antemano a pagar una compensación por la obtención del derecho, este dato debería incluirse en la solicitud del permiso.

Consejos de redacción

La carta debe ser breve, sucinta, al grano y con todos los datos legal y comercialmente pertinentes. Conviene emplear siempre la cortesía y la honestidad. Si la nota se envía a un autor o editor de otro país, es obligatorio escribirla en la lengua del titular de los derechos y, hasta donde uno pueda, respetando las convenciones de cortesía y comunicación de esa cultura. Por ejemplo, si nos dirigimos a una editorial anglosajona, la brevedad y el estilo directo son valores agregados.

Cuando, además, estamos contactando al autor de una obra que nos ha producido un profundo impacto, bien podemos añadir algunas líneas sobre nuestra sincera opinión de su obra y una felicitación por su publicación. Esto podría incidir positivamente en la impresión que dejemos en la otra persona.

¿Qué tipo de documento necesito para que la autorización sea válida?

Basta recibir un correo electrónico en donde se especifique el tipo de autorización concedida y las condiciones mediante las cuales se puede publicar el material. Aquí el titular de los derechos hará su solicitud explícita de cómo y dónde deben situarse sus créditos, ya sea en la página en donde se reproduce la obra, o incluso en la página legal de la publicación.

En síntesis

Solicitar permisos es sencillo, pero esta labor requiere delicadeza, inteligencia y algo de estrategia. La honestidad es un valor clave (puesto que la veracidad de la información sustenta el contrato legal pactado), pero también lo es cierta habilidad para hacerle saber al dueño de los derechos el valor de otorgarnos su autorización.

Lo esencial, en última instancia, es mantener las buenas y cordiales relaciones entre editoriales. Si bien el derecho de autor es muy necesario (o sobrevivir de la palabra sería un oficio vano e imposible), también lo es la difusión del conocimiento para la continua evolución de la especie humana.

Propiedad intelectual de dominio público

Muchos materiales circulan públicamente en internet. Hay quienes, erróneamente, piensan que esto es equivalente a decir que la obra “es de dominio público”. El hecho de que un texto, fotografía, imagen, fonograma, producto audiovisual o cualquier hijo de la creatividad humana esté disponible para ser visto en línea no garantiza que su creador la haya donado para ser empleada de cualquier manera.

El concepto dominio público está claramente definido desde las leyes y convenciones de derechos de autor. Se aplica a las obras cuya propiedad intelectual no está protegida y pueden ser empleadas libremente por cualquier persona, para cualquier fin, privado o comercial.

¿Cuáles obras son de dominio público?

Existen dos métodos por medio de los cuales una obra pasa a ser de dominio público: a) por caducidad de la protección, b) porque su autor la dona para ser utilizada sin restricciones de ninguna especie.

¿Cómo sé si una obra está protegida?

Es mejor partir de la premisa de que toda obra intelectual está protegida. Tomando esto como marco de referencia, se inicia la investigación acuciosa para averiguar, por descarte, si la obra tiene o no protección efectiva. El primer factor clave es averiguar la fecha de creación de la obra y los datos de nacimiento y muerte (si ya hubiere acaecido) del autor. Con estos datos, si se confirma que la obra todavía no ha caído en dominio público por antigüedad, hay que averiguar qué clase de permisos de uso le ha otorgado su autor.

Dominio público por antigüedad

La protección intelectual se conserva durante setenta años a partir de la muerte del autor. Algunos países han tenido o tienen, en el presente, periodos más largos (hasta 100 años) o más cortos (50 años). En Costa Rica y en numerosos países, setenta años es la cifra clave y es una buena cifra de referencia. Por lo tanto, si el autor aún no tiene setenta años de fallecido, la obra tiene protección, usualmente en manos de sus herederos.

En las leyes norteamericanas, toda obra publicada antes de 1923 es de dominio público, siempre y cuando su autor no haya renovado los derechos. Se da el caso de autores muy longevos que publicaron alguna obra temprana antes de 1923, pero que murieron tardíamente en el siglo. Lo más probable en estos casos es que la obra todavía esté protegida por un trámite de renovación de sus derechos.

Dominio público por cesión de derechos

Si la obra es posterior a 1923, o su autor está vivo o recientemente fallecido, la única posibilidad de que la obra sea de dominio público es gracias a un acto generoso, desinteresado y voluntario por parte del titular de los derechos.

Es responsabilidad del autor dar a conocer los permisos de uso que otorga para su obra. Por lo tanto, en la mayoría de sitios web se encuentra alguna página legal, restricciones de uso o licencia de algún tipo en donde el autor especifica las condiciones en que debe emplearse su obra.

En estos casos, por lo tanto, el investigador responsable no descansará hasta encontrar esa declaración del autor en donde otorga explícitamente el permiso de uso de la obra. Y una vez encontrado, debe verificar si el permiso incluye la reproducción comercial de la obra. Esto por cuanto hay licencias que otorgan permiso para el uso privado, pero no para su venta, uso comercial o transformación.

¿Qué pasa si no hay aviso legal o permiso de uso?

En ese caso, no se puede usar la obra, por cuanto el autor no ha otorgado su permiso explícito. En caso de duda, la ley siempre dictaminará en favor del autor. Por lo tanto, si encontramos una foto muy buena en Flickr, por ejemplo, y su dueño no ha dicho que podemos emplearla… ¡no podemos emplearla! Es tan simple como eso.

¿Todas las obras bajo la licencia de Creative Commons se pueden publicar libremente?

La licencia Creative Commons es un permiso que el autor otorga para el uso de su creación intelectual, pero existen grados en ese permiso. Por ejemplo, en este blog he colocado una licencia Creative Commons para el uso privado, no comercial y sin transformación de los artículos de este blog. En otras palabras, estos artículos pueden conservarse en un archivo personal, imprimirse en casa o citarse en cualquier trabajo académico sin necesidad de solicitar mi permiso explícito. Pero si usted desea armar una antología, incluirlos en un multimedia para la distribución y venta o ampliar o reescribir un artículo para ajustarlo a sus necesidades, sí necesita mi permiso. Es mi manera de contribuir a la libre distribución del conocimiento, sin perder mis derechos sobre el esfuerzo de creación que la escritura de estos artículos representa.

Además del autor, ¿quiénes más tienen derechos?

Aquí hay una advertencia necesaria, a menudo pasada por alto: todos los realizadores materiales de una obra tienen derechos sobre su realización material. Los traductores, editores y fotógrafos también tienen derechos porque la suya es una forma creada gracias a su propio ingenio y esfuerzos. Por lo tanto, podemos decir que el Quijote es una obra de domino público, pero la edición crítica de Francisco Rico no lo es; como no lo sería una traducción contemporánea a cualquier otra lengua. Las obras de Aristóteles son de dominio público, pero no las traducciones críticas de Gredos.

Por lo tanto, aun cuando hayamos verificado que la obra, por su antigüedad, es de dominio público, debemos cuidarnos de emplear la versión o edición del texto que sí es de dominio público.

¿Puedo usar libremente cualquier imagen de Wikimedia Commons?

El proyecto Wikimedia Commons es una maravillosa fuente de imágenes de dominio público en alta calidad. Sus autores donan las imágenes bajo una licencia Creative Commons, pero cada autor tiene derecho a especificar los usos cubiertos por esa licencia. Por lo tanto, el autor puede otorgar el permiso para usos académicos, pero no para la reproducción comercial de la obra. Por lo tanto, incluso en un repositorio gratuito como Wikimedia Commons, siempre hay que leer la letra menuda y buscar los permisos explícitos otorgados por el autor para el uso de la imagen. Hasta tanto no se encuentre, la imagen sigue siendo propiedad intelectual protegida y no se puede incluir en una publicación comercial.

¿Y si la obra no es de dominio público?

En ese caso, solo resta una opción: pedir permiso. No es tan difícil y, en este punto, lo peor que nos puede pasar es una respuesta negativa. Es decir, no hay ninguna diferencia entre no pedir permiso y que se nos niegue. A partir de ahí, todo es ganancia. ¿Qué tal si usted pide permiso y se lo conceden? En ese caso, no importa si la obra es o no de dominio público, ahora sí puede utilizarla, bajo las condiciones que haya pactado. Lo peor que puede hacer uno es asumir la actitud de “no se puede”.

En síntesis

En materia de derechos de autor, es mejor dudar siempre y leer la letra menuda hasta su último renglón. A partir de ahí, se dispondrá de los elementos de juicio necesarios para tomar una decisión según el tipo de publicación que uno tenga entre manos o el uso que desee darle a la imagen.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Partes del libro: la cubierta

Un error frecuente, al menos en mi medio, es llamarle portada a la cubierta exterior del libro.
Las partes externas del libro se llaman cubiertas, tapas (en España) o forros (en México), según el país en donde uno se encuentre. Cualquiera de los dos nombres es muy coherente: describe este material usualmente más duro, en un material protector, que cubre y le da consistencia al conjunto de hojas impresas, encoladas o cosidas que es el libro mismo.
Las partes de las cubiertas o forros son las siguientes:
  1. Primera de cubierta o de forros
  2. Segunda de cubierta o de forros o retiro (o retiración, según Zavala) de cubierta
  3. Tercera de cubierta
  4. Cuarta de cubierta
  5. Solapas
  6. Lomo
Primera de cubierta
Es lo que usualmente se confunde con el nombre de portada. Es el lugar en donde se escriben el nombre del libro y del autor. También aparecen el sello editorial y el nombre de la colección, cuando así procede.

Cuando la cubierta se diseña a todo color, a menudo también se emplea una fotografía o ilustración alusiva al texto para llamar la atención del lector, especialmente en los estantes de la librería (física o virtual). No pocos han sido los libros que hemos adquirido solo por la primera de forros.

El diseño de la cubierta es delicado por tratarse de la primera ventana al libro: llama a sus compradores o los repele, todo en una sola mirada.

Segunda de cubierta
Es el reverso de la primera de cubierta. Usualmente va en blanco. En las ediciones de pasta dura, también puede ser que aquí peguen las guardas del libro.

Tercera de cubierta
Es la parte del forro que pega con la última página del libro. Al igual que que la segunda de cubierta, usualmente está en blanco o tiene una guarda.

Cuarta de cubierta
Es lo que a menudo se confunde con el nombre de contraportada, por tratarse de la parte de atrás del libro.

Esta zona del libro se aprovecha a menudo para colocar información clave que pueda llevar al comprador a adquirir la obra, como un resumen sucinto, breve y atractivo de la obra o los comentarios aduladores de los críticos.

Algunas editoriales ponen aquí también la información biográfica del autor, aunque esta debería reducirse al mínimo necesario para que el lector se interese en la obra. El currículum completo del autor no interesa en esta sección.

Solapas
También reciben el nombre de solapilla o aleta. Algunas obras incluyen solapas como extensiones de las cubiertas, fabricadas en el mismo material y dobladas hacia adentro. Estas zonas le dan mucha elegancia al libro y permiten incluir información adicional que sirva para vender la obra.

Usualmente en una de ellas se sitúa la fotografía del autor, una biografía breve y sus otras obras. En la otra solapa, la editorial puede poner otros títulos de la colección o de su catálogo, para invitar al lector a seguir comprando sus obras. En el caso de autores prolíficos y de gran reputación, también puede indicar la lista de otras obras del autor en la misma editorial.

O bien, puede emplearse la solapa para indicar los contenidos del libro. Transcribo las palabras de José Martínez de Sousa al respecto:

El texto de la solapa se destina, por un lado, a describir la materia que se trata en el libro; por otra, a ponderar la adecuación del tratamiento y la necesidad de la obra para la consecuención de determinados fines (evítese, en lo posible, la manida coletilla de que “esta obra viene a ocupar un hueco”); finalmente, debe indicarse a quién resulta útil y por qué, para terminar ofreciendo unos datos acerca del autor. Con ello la obra queda situada ante el lector en unas pocas y necesariamente ponderativas razones que justifican la edición por parte del editor y la adquisición por parte del lector (1998: 60).


Lomo
Esta es una pequeña área en medio de las dos cubiertas, propiamente el rectángulo que se forma al cubrir los cuadernillos del libro. Aclara Martínez de Sousa que “cuando el libro se encuaderna en mediapasta, la piel o tela que se coloca en el lomo, recubriéndolo, se llama lomera, y si esta se decora con profusión de hierros dorados se llama lomera cuajada” (1998: 61).

El ancho del lomo depende de la cantidad de páginas del libro y del grosor del papel. Libros con menos páginas impresas en papeles gruesos producen lomos más grandes.
Aquí se anotan típicamente solo tres datos: nombre de la obra, autor y sello editorial (sin el nombre). Si la obra está formada por varios tomos, también se indica el número de volumen y, opcionalmente, los temas o letras que cubre (en el caso de diccionarios enciclopédicos).
Cuando las obras son lo suficientemente gruesas (más de mil páginas), usualmente hay espacio suficiente para situar el nombre de la obra de manera horizontal, con lo que se facilita su lectura. En la mayoría de los libros, sin embargo, el lomo puede variar de un grosor de medio centímetro a dos centímetros. En esos casos, se acostumbra situar el nombre de la obra de forma vertical. La orientación de la lectura nos obliga a hacer este curioso ejercicio de doblar el cuello para leer el nombre del libro.

Los libros editados en español, por norma editorial tácita, escriben el nombre de abajo hacia arriba; de manera que inclinamos la cabeza hacia nuestra izquierda para leer los datos. Los libros editados en la tradición anglosajona colocan el nombre del libro en la dirección inversa; de manera que la cabeza debe inclinarse hacia la derecha con tal de poder leer los lomos. (Quienes tenemos en nuestra biblioteca libros en varios idiomas, a menudo ejercitamos mucho nuestro cuello, moviendo la cabeza de un lado hacia otro mientras recorremos los libros de nuestros estantes).

Comenta Sousa que la tradición latina, como se le puede denominar a las obras impresas en español, tiene la ventaja de leerse mejor en los estantes, pero la desventaja de que cuando el libro está colocado horizontalmente sobre una mesa, con la primera de cubierta hacia arriba, el nombre queda situado al revés y es muy incómodo de leer. Esta sería, en su opinión, la única ventaja de la tradición anglosajona.

En síntesis
Las partes externas del libro tienen sus propios nombres y deben conocerse en el mundo editorial, en aras de mantener la buena comunicación entre todos los involucrados (editores, diseñadores, impresores).

Así, la próxima vez que sostenga un libro entre las manos, y sienta la tentación interna de decir: “¡qué linda portada!”, recuerde que quizás está viendo la cubierta. (En otro artículo hablaremos de qué es la portada en un libro).

Lista de fuentes consultadas
Martinez de Sousa, J. (1998). Manual de edición y autoedición. Pirámide.
Zavala Ruiz, R. (2008). El libro y sus orillas (3.a ed.). México: Universidad Nacional Autónoma de México.
               

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Fuentes de dominio público

Las fuentes suelen ser costosas y a menudo más difíciles de adquirir que los programas de edición. Afortunadamente existen comunidades de tipógrafos que comparten sus fuentes en calidad de software libre, disponibles para quienes tengan necesidad de ellas.

Esta es una pequeña colección de direcciones en donde pueden obtenerse fuentes gratuitas para todos los gustos y necesidades:

OpenFont Library: comunidad dedicada a la tipografía libre

Smashing Magazine: artículos diversos sobre tipografía, incluyendo varias listas de fuentes libres de alta calidad para diseño gráfico (recomiendo navegar por el sitio y revisar los artículos, porque su cantidad excede el propósito de este artículo, pero uno se puede pasar horas descargando fuentes desde aquí)

Libertine: una fuente diseñada por la comunidad de software libre de Linux

Greek Fonts: una pequeña colección de fuentes para escribir con caracteres griegos

The League of Movible Type: selecta colección de bien diseñadas fuentes gratuitas y de código abierto.

Negrita, cursiva, comillas: evitar el doble subrayado

Un error frecuente en tesis y documentos de autores noveles o nunca editados es el uso del doble subrayado o doble destacado. Por subrayado no me refiero aquí a utilizar una línea debajo de la palabra, como se estilaba de manera estándar antes del uso de las computadoras, es decir, este tipo de subrayado. Me refiero, en cambio, a la necesidad de emplear más de un signo tipográfico para destacar una palabra u oración dentro del discurso escrito.

Existen varios métodos tipográficos para subrayar, destacar o mostrar que algo es distinto de alguna manera de las palabras que tiene a su alrededor. El subrayado propiamente dicho (método propio de las máquinas de escribir) casi no se emplea en la actualidad, gracias a la existencia de la cursiva y la negrita. Las comillas, ya sean americanas (“ ”) o angulares, de codo o españolas (« ») también cumplen una función tipográficamente diferenciadora: aíslan la palabra y en algunas ocasiones hasta le dan su propio tono de voz, por así decirlo. También se puede optar por las VERSALES o las VERSALITAS, y solo en casos justificados, la mayúscula inicial.

Sin embargo, en el esfuerzo del escritor por hablar a través de los signos y por mostrar las diferencias entre una palabra y las que la rodean, ocurre el error de subrayar mediante dos o más signos tipográficos.

Pongamos un ejemplo clásico: las obras literarias, cinematográficas y artísticas (con algunas excepciones, según la convención que se siga) se escriben generalmente en cursiva. Es una convención que han adoptado diversos sistemas editoriales y bibliográficos, como Chicago, APA, Cambridge y hasta la misma Real Academia Española (RAE). La encontramos incluso en las recomendaciones de las obras de maestros editores como José Martínez de Sousa y Roberto Zavala.

Usemos una película de moda, de una sola palabra: Avatar. Hay quienes podrían caer en la tentación de escribir: Avatar, “Avatar”, “Avatar” y, en algún caso extremo, Avatar, en donde mediaría inclusive un cambio de fuente.

El mismo problema aplica para las citas textuales. Las citas inferiores a 40 palabras (límite de APA) se escriben entre comillas, dentro del texto. Sobra ponerlas en cursiva. Las citas más grandes se destacan mediante márgenes diferentes y un tipo de letra más pequeño. Sobran cursivas y comillas: los márgenes y el tamaño bastan para saber, de buenas a primeras, que estas no son palabras del autor.

El escritor, ya sea de tesis o libros, deberá preguntarse –ojalá antes de comenzar a escribir y, en definitiva, antes de remitir su manuscrito a valoración– cuáles son las convenciones editoriales a las que deberá apegarse para publicar (así se trate de hacer público su trabajo a través de una biblioteca, de internet o en forma de libro impreso). Si es una tesis, deberá averiguar, en su facultad o universidad, a cuál sistema bibliográfico deberá apegarse y adquirir el manual correspondiente, en donde este tipo de detalles aparecen estipulados. Si escribe para una editorial, deberá solicitar el manual de estilo de la casa o pedir ayuda de su editor.

Pero aun si se escribe en soledad, para uno mismo, la norma de la lengua es clara: únicamente se necesita destacar una vez. Lo demás sobra y se vuelve grito tipográfico.

Por eso, antes de sobrecargar su página escrita con signos que se acumulan unos sobre otros, recuerde la regla de nunca aplicar doble subrayado.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Humor: los periódicos ya no son los de antes

La llegada del iPad implica cambios profundos en la manera práctica de manejar la vida y en los otros usos del papel escrito.

Alguna vez recibí, ya perdido en el olvido, uno de esos mensajes anónimos y masivos de correo electrónico en donde se reseñaban los usos del periódico, como limpiar regueros, envolver platos rotos, embalar objetos, cubrirse de la lluvia…

Este anuncio de la nueva aplicación para iPad es, sencillamente, una manera genial de mostrar esa ruptura de la cotidianidad.

Nota: debido a mis limitaciones técnicas, el video aquí insertado se ve incompleto (falta una parte de la imagen). Dejo el vínculo web directamente a YouTube para su correcta visualización (y disfrute): NewsDay para iPad.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Educación pública: una alegría para los pueblos

En todas las épocas, en todos los tiempos, las letras y los libros únicamente pueden estar en las manos de quienes reciben el entrenamiento para descifrarlos y escribirlos. En muchos pueblos antiguos, como Mesopotamia y Egipto, este entrenamiento era un raro privilegio, reservado para una elite privilegiada y selecta.

Por eso, el día de hoy, mi país está de fiesta: hace 141 años, en 1869, Jesús Jiménez decretó la fundación de la primera Escuela Normal (institución para la formación docente) y se declaró que la enseñanza primaria sería gratuita y obligatoria. La base para estas decisiones fue un proyecto de ley propuesto conjuntamente por José María Castro Madriz, el primer presidente (no jefe de Estado) que tuvo Costa Rica, y Julián Volio.

Esta efeméride silenciosa –opacada entre el Día del Niño (9 de setiembre) y la celebración de una independencia pacífica que nos llegó en mula– es motivo de celebración: gracias a esas tempranas decisiones de un Estado pequeño y pobre, hoy tenemos uno de los niveles de alfabetización más altos del continente y la industria editorial puede existir, con sus brincos y saltos, pero existir, al fin y al cabo.

La educación pública es uno de los bienes más grandes de cualquier pueblo. Sus habitantes, generación tras generación, deberían hacer siempre sus máximos esfuerzos para conservarla, mejorarla y dejarla en mejor estado que como la recibieron.

El libro, en su forma presente o en cualquiera que adopte en el futuro, es uno de los instrumentos clave de la educación y la necesita para seguir existiendo. Si somos escritores, correctores, editores, profesionales de la palabra, cualquiera que sea nuestra especialidad, estar de lado de la educación pública es un llamado ineludible.

Una felicitación a mi país por este logro sostenido en el tiempo.

P.d.: Gracias a mi amigo Rodolfo González por el dato de esta efeméride. Añade Rodolfo, en su comentario, que don José María Castro tomaba chocolate en una jícara con el escudo del país. ¡A su salud, don José María, irá mi próximo chocolate!

lunes, 6 de septiembre de 2010

Cómo seleccionar la tipografía: consejos de los expertos

En el diseño editorial o diseño de libros, la selección de la tipografía (todas las características tipográficas de la obra) es esencial. Este tema lo abordamos hace unas semanas en el artículo “La voz del texto: la función de la tipografía en el diseño de libros”.

Hoy traemos algunas de las recomendaciones que proporciona el maestro tipógrafo Robert Bringhurst en su indispensable obra The Elements of Typographic Style (Los elementos del estilo tipográfico, cuya traducción al español puede adquirirse en la colección Libros sobre Libros del Fondo de Cultura Económica y Libraria).

Recomendaciones técnicas imprescindibles
Bringhurst inicia sus recomendaciones con algunos consejos técnicos, que los legos en tipografía a menudo pasamos por alto. Las formas de las letras no son diseñadas únicamente en la mesa de dibujo o la computadora del tipógrafo. Se sabe que una vez el trazo caiga sobre la hoja de papel, habrá múltiples factores que alterarán su acabado: las diferencias entre la impresión con tipos duros (imprenta) y el ófset, por ejemplo; la calidad del papel (mayor o menor nivel de porosidad); el uso de tecnología digital, como la impresión láser y, hoy día, incluso hay que considerar la forma en que las letras se despliegan en la pantalla de la computadora, si el producto fue diseñado para ser leído exclusivamente en la web.
Así, Bringhurst recuerda que cada fuente fue diseñada para un medio impreso específico y siempre es necesario encontrar versiones modernizadas, fieles al diseño original, pero adaptadas a la tecnología que pretendemos emplear.

Antes de seleccionar la fuente, debemos ya conocer el medio de salida, porque muchas fuentes elegantes, llenas de curvas suaves y diseños exquisitos, se pierden por completo cuando se imprimen en papeles muy porosos o a tamaños muy pequeños.

Bringhurst da ejemplos claros: Bembo, Centaur, Spectrum y Palatino, dice, tienen un diseño sutil y hermoso, pero quedarán aplastadas y saturadas a 8 puntos, en una impresión digital (láser), de 300 dpi (puntos por pulgada, por sus siglas en inglés).

Esas condiciones de impresión, que pueden ser letales también para fuentes como Centaur, Spectrum, Linotype Didot y casi cualquier versión de Bodoni, bien podrían ser superadas por fuentes como Amasis, Caecilia, Lucida Sans, Stone y Utopia.

¿Qué texto estamos tratando de comunicar?
Entre los criterios más difíciles de apliacar, se encuentra la selección de la tipografía según su pertinencia y adaptación a los contenidos por comunicar. Bringhurst pone el ejemplo de un libro sobre bicicletas de carreras. No es necesario elegir una fuente cuyas letras O estén dibujadas con rayos en el centro y las T parezcan manubrios.

La fuente más adecuada, en primer lugar, será una que esté bien diseñada en sí misma. En segundo lugar, debe ser legible; es decir, adecuada para la lectura de libros (es un libro, después de todo, lo que estamos diseñando). Finalmente, y solo cuando las dos condiciones anteriores se cumplan, debe tener cierta afinidad con el tema tratado. Puede ser, por ejemplo, una fuente de estilo italiano, pero bajo ninguna circunstancia tendrá exceso de ornamentación.

¿Qué tipo de caracteres vamos a utilizar?
Otro argumento básico para seleccionar la tipografía es el tipo de caracteres necesarios en el texto. Es posible que en una novela, los únicos signos no alfabéticos –además de puntos, comas y guiones– sean las comillas; pero una obra académica puede llevar desde un símbolo alfabético cualquiera, como l (litro) hasta todas las variaciones posibles de símbolos dentro de un área: porcentaje, pi, grados centígrados, comillas de varios tipos, números, viñetas, alfabeto fonético, lenguas clásicas, versalitas…

Estas son algunas de las fuentes que Bringhurst recomienda para cada necesidad tipográfica:
  1. Si el texto incluye gran cantidad de numerales, uno podría tener interés en elegir fuentes cuyos números estén especialmente bien diseñados, como Palatino, Pontifex, Trump Madiäval y Zapf Internacional.
  2. Si se necesitan versalitas, cualquier fuente que no las tenga queda descartada.
  3. Si se necesita una gran variedad de grosores (delgadas, bold, semibold, etc.), Frutiger podría servir.
  4. Si debe emplear alfabeto fonético, las opciones incluyen Stone Serif y Sans, Lucida Sans y Times Roman.
  5. Para cirílico, Charter, Minion, Lazurski, Officina, Quadraat, Warnock (serifadas); Syntax, Myriad, Futura (sin serifas).
  6. Para griego, Georgia o Palatino.
  7. Para Cherokee, Plantagenet.
Consideraciones históricas
Un buen tipógrafo como Bringhurst, conocedor de la historia del diseño de una fuente y su contexto, también recomienda elegir una fuente “cuyos ecos históricos y asociaciones estén en armonía con el texto”. No tiene sentido que un libro sobre la Francia del siglo XVII se imprima en Baskerville y Caslon, fuentes diseñadas en Inglaterra, en el siglo XVIII. O bien, que una obra sobre el barroco se diseñe con fuentes renacentistas o neoclásicas.

Muchos diseñadores, advierte Bringhurst, se deleitan en hacer mezclas descabelladas, puesto que esta no es una regla escrita en piedra. No obstante, es una consideración que se puede sopesar durante el proceso de investigación previo a la selección de las características tipográficas de un libro.

El diseño de la fuente y de la página también deben ir de la mano. No solamente la tipografía puede ser renacentista o neoclásica, dice Bringhurst, también pueden serlo las proporciones de la página y la selección de los márgenes. Un diseñador responsable y con buen gusto, si tiene el tiempo para hacerlo, podrá armonizar todos estos aspectos.

Consideraciones personales y culturales
Para cerrar el artículo, me permito traducir un párrafo del propio Bringhurst (puesto que tengo a la vista la edición en inglés):
Los trazos de las letras tienen carácter, espíritu y personalidad. Los tipógrafos aprenden a discernir estos rasgos tras años de trabajo de primera mano con las formas, y a través del estudio y comparación de la labor de otros diseñadores, presentes y pasados. Al inspeccionarlas de cerca, las letras revelan muchas pistas de las épocas y temperamentos de sus diseñadores, e incluso sus nacionalidades y creencias religiosas. Es posible obtener resultados más interesantes de las fuentes seleccionadas bajo estos criterios, que de aquellas elegidas por mera conveniencia de disponibilidad o coincidencia de nombre (2004: 99-100).
En síntesis
Cada publicación tiene sus propios requisitos técnicos, formales, culturales y sociales, y los rasgos formales de las familias tipográficas seleccionadas deben acoplarse a estos requisitos.
Jamás debemos olvidar que editamos para los lectores. Sus mentes solamente le ponen atención suficiente a la letra para reconstituir la palabra; y desde la palabra, la idea, el argumento, la obra, el otro libro, el que no es tangible (de papel y tinta), sino que existe en un illud tempore, en un espacio-tiempo permanente por encima de sus manifestaciones individuales. La función de la tipografía y de la edición es garantizar, sin tropiezos, el acceso del lector a ese libro, en la forma de una invitación agradable a la vista, inconsciente y diáfana al punto de crear la ilusión de ser invisible.




Referencia bibliográfica
Notas tomadas de Bringhurst, Robert. (2004). The Elements of Typographic Style. Version 3.0. 3.a ed. Vancouver: Hartley and Marks.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Recomendaciones bibliográficas: Manual de edición literaria y no literaria

Como parte de la excelente colección del Fondo de Cultura Económica, Libros sobre Libros, se encuentra una obra de lectura obligatoria para los profesionales noveles de la edición: Manual de edición literaria y no literaria, de Leslie T. Sharpe e Irene Gunther.

Esta traducción al español es meritoria, entre otros aspectos, porque se aventura a proporcionar una terminología para traducir las especialidades de edición para las que sí existen vocablos en lengua inglesa, pero no en lengua española. Además, cuando las autoras proporcionan ejemplos sobre editoriales, programas de formación y obras destacadas por algún aspecto en su edición, Gabriela Ubaldini, la traductora, y el editor de esta versión se toman la molestia de incluir ejemplos del contexto editorial en habla castellana.

Es una de esas obras que merece leerse de tapa a tapa. Sus capítulos están plagados de frases dignas de enmarcarse, recomendaciones útiles y prácticas e ideas reveladoras. Cuanto más novato sea uno como editor, más valioso se vuelve el libro; pero yo, que ya he andado unos poquísimos años –y algunos cursos– por estos rumbos, lo he disfrutado a lo grande y quisiera haberlo tenido en mis manos desde mis inicios y no hasta ahora. Más de una lección aprendida a golpes podría haberla sacado de estas páginas sabias y llenas de experiencia.
Las dos primeras secciones de la obra proporcionan el vocabulario básico, una descripción de las tareas editoriales y un panorama global del mundo editorial, según sus distintas especialidades.

Ya en secciones tercera y cuarta incursiona en consejos sobre las actitudes y habilidades, tanto intelectuales como sociales, de un buen editor. Con ejemplos aplicados, se habla sobre cómo leer un libro, qué corregir, cómo olfatear los problemas y sus soluciones, cómo editar los contenidos. También se refiere a esas otras funciones que pocos privilegiados editores ejercen: cómo seleccionar obras, cómo editar pensando como escritor, cómo distinguir la buena narración.

Dedica un capítulo al trabajo editorial independiente, otro a las herramientas editoriales del editor y, finalmente, recomienda obras de consulta y centros de capacitación para quien desee obtener formación en esta área.

Esta obra es una puerta y, como tal, hay que tocarla y hacer el esfuerzo de pasar adelante. Quienes lo hagan, verán cómo es mejor ingresar al mundo de la edición con guías experimentados, que dependiendo exclusivamente del autodidactismo y la buena, pero lenta, formación cotidiana de la vida editorial.