viernes, 14 de enero de 2011

Nisaba se va a WordPress

Desde hace algunos meses he estado preparando una sorpresa para las personas que leen y visitan constantemente Nisaba: nos mudamos a WordPress. La ventaja del nuevo y renovado blog de Nisaba es que hay más opciones disponibles, incluyendo la suscripción por correo electrónico.

Otra novedad es la creación de índices generales agrupados por temas. De esta manera se facilitará la navegación por los artículos de este blog que, a la fecha, ya superan las 200 entradas.

Como dato anecdótico durante el paso a WordPress, durante algunos días no tendremos todavía artículos preferidos ni estadísticas, por ahora todo estará en cero. Será un nuevo comienzo, pero se sumará al éxito que Nisaba ha tenido en Blogger: desde el 12 de octubre del 2009, se han visto 34 764 páginas en este blog.

Para mí este es un éxito más allá de mis mejores expectativas y les agradezco a todas las personas que, con sus visitas, han hecho de esta quijotada un proyecto que vale la pena seguir sosteniendo con cariño y dedicación.

Y ahora, sin más palabrería, la nueva dirección de Nisaba:

http://blognisaba.wordpress.com/



miércoles, 5 de enero de 2011

Tú, vos, usted…

En nuestro universo de habla hispana, los hablantes de cada país tienen su manera de dirigirse al otro, a su interlocutor, a la persona con quien hablan.

En Costa Rica, la gente habla sobre todo de usted, especialmente al referirse a desconocidos o personas mayores a uno. Se entiende como una señal de respeto y marca una distancia cuando no media suficiente confianza entre las personas. Por otro lado, la forma coloquial por excelencia para referirse a un par, amigo o persona menor que uno es el vos, en singular (para segunda persona plural se emplea sin excepción el ustedes, no el vosotros). Así, el voseo y el ustedeo se alternan y comparten el espacio de la comunicación diaria.

Aunque aquí hayamos reducido el fenómeno en extremo para su explicación, las relaciones sociales que se expresan a través de la alternancia entre vos y usted no son sencillas y producen una divagación constante. Un hablante costarricense puede comenzar hablando de vos para terminar hablando de usted, pero conjugando los verbos en (el tú que se escucha en la televisión, que aparece en todos los manuales de conjugaciones verbales y en todas las traducciones de libros hechas en España y México; el tú, en fin, que nos viene artificialmente desde fuera y se filtra en nuestra vida cotidiana hasta no saber cómo hablamos los ticos). Lo que es peor, esta divagación en el habla se traslada a la escritura, en donde el hablante –ahora escribiente– no sabe qué hacer: ¿trata de acercarse a su lector mediante una fórmula amigable, cercana, que rompa barreras; o mantiene la distancia, el respeto, la dignidad?

Con mucha frecuencia se mezclan las dos intenciones de comunicación y hasta en los mensajes más cortos el texto puede comenzar en un vos –a menudo conjugado como tú– y un usted, indispensable para mantener la distancia, la autoridad y el respeto. Aporto aquí un ejemplo tomado de una iglesia costarricense, en donde este fenómeno se ve claramente en unas poquísimas palabras, apenas un párrafo.


La difusión de internet, con el aumento de la comunicación escrita a través de foros y chats, también crea problemas existenciales: ¿cómo se escribe en un chat o en un foro? Basta andar en foros extranjeros para darse cuenta lo usual y frecuente que es el tú; y un tico, en territorios extranjeros, se adapta con facilidad. Pero los costarricenses, cuando se encuentran en un círculo cerrado, por ejemplo un curso en línea, prefieren el usted y siguen prefiriendo el usted por encima del tú o el vos, particularmente si son adultos. Al menos así ocurrió en el último curso en línea que tomé en Costa Rica, en donde adrede y con alevosía, lancé la pregunta e hice una pequeña encuesta. Había incluso reacciones adversas ante la idea de usar “vos” y ni una sola persona estuvo dispuesta a usar “tú”; no cuando se le preguntaba conscientemente.

Desde luego, este tipo de mezclas, curiosas e interesantes como son en un contexto cultural y en tanto objeto de estudio, se vuelven inadmisibles si cambiamos el contexto: si estamos escribiendo un libro en donde sea indispensable interpelar al lector directamente, es necesario elegir un solo estilo (tú, vos, usted) y ser consecuentes. Este es uno de los puntos que pueden llegar a ser polémicos en el día a día de la edición.


¿En dónde se necesita el “tú/vos/usted” en la edición de libros?
Lo primero que viene a la mente son los diálogos: ya sea en textos literarios o en recreaciones fabuladas en donde haya personajes, siempre que unos se dirijan a otros habrá necesidad de decir “tú” o “vos”. Aquí, claro está, la corrección dependerá de la intencionalidad, usos y funciones del texto. Conviene preguntarse si es necesario mantener la unidad o queremos, por el contrario, emplear estas marcas lingüísticas como una estrategia para mostrar la psicología o la cultura del personaje. En obra literaria, el corrector deberá hablar siempre con el autor y llegar a un acuerdo.

Pero hay otro tipo de obras en donde el tú/vos/usted puede ser útil: el ensayo en donde el autor quiere involucrar al lector; o, en el texto didáctico, puntos diversos en donde se desee crear zonas de encuentro entre el autor/docente y el lector/estudiante. En particular, una de las zonas en donde más frecuentemente se necesita interpelar al lector es en las instrucciones y ejercicios que sirven como guía para realizar actividades, recrear experimentos y hacer lectura interpretativa dirigida.


¿Usted, tú o vos en las instrucciones de texto didáctico?
Estamos muy acostumbrados a leer textos extranjeros redactados en tú. Es más fácil de conjugar, las formas son claramente distinguibles, los verbos dan la apariencia de tener faltas de ortografía… Por eso, alguna editorial costarricense que edita libros para niños costarricenses ha dicho “escribamos en tú, porque es más fácil de escribir y corregir”. Esta es una decisión arbitraria que no se basa en ningún estudio científico de los hablantes, ni siquiera en una sencilla investigación de mercado. Es una decisión tomada a puertas cerradas, sin tomar en cuenta al lector.

Otras editoriales didácticas, como la Universidad Estatal a Distancia (Uned, aclaro que de Costa Rica, no la de España), han seguido una larga tradición de uso del usted en las obras didácticas. Los textos son escritos para adultos dispersos en todo el país. Si bien es cierto que, sobre todo por influencia de la televisión, algunos grupos de hablantes jóvenes pueden emplear el en círculos urbanos, todavía en los pueblos y zonas alejadas del país el usted y el vos son la norma. Y el vos es algo que un tico solo le permite a un amigo, a un familiar, a sus padres o a su pareja; cualquier otra persona que se atreva a dirigirse a él en vos (y menos en ) es un irrespetuoso o un extranjero. Por lo tanto, se comprende por qué el uso del usted sigue siendo el más adecuado para estos textos. El vos debería reservarse únicamente para diálogos entre personajes, alguna que otra exposición de casos y textos especiales que lo ameriten, pero no para dirigirse al lector.


En síntesis
En lo personal, abogo por una edición que tome en cuenta los rasgos lingüísticos del lector, sin que esto obligue a una escritura estrictamente coloquial (la norma y la corrección también son necesarias en las publicaciones escritas). Por lo tanto, antes de tomar una decisión editorial de este calibre, conviene preguntarse a qué público va dirigida la obra (niños, adolescentes, adultos), en qué zona geográfica se desempeñan (ciudad, campo) y cómo hablan entre ellos. Y una vez respondido esto, habrá que decidir por qué se necesita el tú/vos/usted y cuáles son sus funciones dentro del texto. Solo después de esto, se podrá tomar una decisión y, una vez tomada, aplicarla con uniformidad y consistencia.

Así, y por si tenía alguna duda, en este blog usamos el usted.

martes, 4 de enero de 2011

Scrivener para Windows versión beta 1.5

Desde el 24 de diciembre del 2010 está disponible la versión beta 1.5 de Scrivener para Windows. Ya puede descargarse del sitio web de los desarrolladores. Si desea una versión para correr en Linux o revisar la lista de problemas conocidos, puede revisar también los foros de Scrivener.

Estilos bibliográficos

La escritura académica está inevitablemente atada a los estilos bibliográficos. Ningún ensayo académico respetable, en cualquiera de sus formas (científico, de divulgación, didáctico, formativo), está completo sin las referencias de las obras consultadas para su elaboración. Pero no basta con disponer de los datos de las obras leídas y referidas en el texto: además debe hacerse con precisión, elegancia, coherencia y uniformidad. En otras palabras, se necesita seguir un estilo para el formato de las referencias, citas y la elaboración de la lista de obras citadas o bibliografía.

Algunas universidades e instituciones han diseñado sus propios lineamientos bibliográficos. Otras, en cambio, han optado por elegir un sistema ajeno. Uno de los principales problemas de las universidades latinoamericanas es que los sistemas más prestigiosos y difundidos han sido diseñados en países de habla inglesa, bajo reglas ortográficas distintas a las nuestras.


La selección del estilo
El estilo bibliográfico debe elegirse antes de iniciar una investigación, escrito o publicación. Algunas universidades, departamentos, revistas o editoriales ya tienen sus propios manuales o han optado abiertamente por un estilo definido. Siempre conviene revisar la normativa de cada institución y solicitar los manuales respectivos.

En caso de que la institución no disponga de lineamientos claros, queda bajo la directa responsabilidad del autor (estudiante o escritor) elegir un estilo de citación coherente y aplicarlo de manera uniforme en toda su obra.

El estilo bibliográfico debería elegirse de acuerdo con el tipo de escrito y su campo de especialización. No conviene, por ejemplo, seguir un estilo diseñado para el área de humanidades en un campo científico. Cada disciplina tiene sus particularidades y convenciones; por lo tanto, siempre conviene informarse del campo propio, los estilos más difundidos entre la comunidad de científicos para la que se escribe y elegir el sistema más versátil para las particularidades bibliográficas de nuestra investigación.

Con el fin de ofrecer elementos de juicio para la selección de un estilo bibliográfico, aquí haremos una reseña de algunos estilos que pueden ser tomados en cuenta.


Estilo de la editorial de la Universidad de Chicago
Este es uno de los más antiguos, prestigiosos y constantemente actualizado estilo bibliográfico. Se publica a través de su manual, The Manual of Chicago Style (El manual del estilo de Chicago); no conozco ninguna traducción al español y sería, en todo caso, bastante difícil de hacer, dada su extensión y grado de especificidad. Algunos temas, como las referencias legales o los derechos de autor, no podrían traducirse sin una adaptación a los sistemas legales de nuestras naciones. Sin embargo, es una obra vasta que en más de un siglo de publicación ha llegado a contemplar una norma casi para cualquier clase de problema bibliográfico. Este manual se publica desde 1906, y su decimosexta edición vio la luz en el 2010. Esta fue la primera edición en publicarse simultáneamente en papel y en línea.

Sus capítulos sobre creación de bibliografías son los más extensos y detallados que he visto hasta el momento (más de 150 páginas, dentro de un manual de más de 1000 páginas). La más reciente edición contempla, además, numerosos ejemplos de materiales en formato electrónico.

Tiene la ventaja de ser un sistema coherente y muy detallado con dos grandes variantes: el sistema de notas al pie y el sistema autor-fecha. El autor o la editorial elige cuál de los dos se ajusta mejor a su tipo de obra y de público y, para ambos, hay normas detalladas. Muchos otros sistemas emplean el formato básico de Chicago como referencia y gran parte de la tradición oral que se hereda en aulas universitarias tuvo su origen en este sistema, aun cuando ni docentes ni estudiantes puedan recordarlo ya. Para estudiantes de tesis, se recomienda también el manual Turabian, una adaptación de Chicago especialmente para este campo.

Además de los dos capítulos dedicados exclusivamente al formato de las referencias bibliográficas, el manual detalla lineamientos sobre partes de la publicación, preparación y edición de originales, ilustraciones y cuadros, derechos de autor y permisos, gramática y estilo, puntuación, ortografía, nombres y términos, ortotipografía de las cifras y matemáticas, abreviaturas, vocablos en lengua extranjera, citas y diálogos y creación de índices.

Es muy utilizado en el campo de la historia y otras humanidades.

El manual puede comprarse a través de Amazon. También se puede adquirir una suscripción anual a la versión en línea, muy útil y versátil.


Manual de la APA
Quizás por moda, quizás por comodidad, durante la última década, muchas universidades latinoamericanas han optado por el estilo de la American Psychological Association (Asociación Norteamericana de Psicología [APA]). Aunque se ha generalizado su uso entre diversas ciencias sociales, no son raros los casos de departamentos científicos y hasta del área de la salud cuyos académicos elaboran sus tesis y artículos con el estilo APA.

De los sistemas que enunciamos aquí, es el único del que conozco una traducción al español; en este caso, elaborada por la editorial Manual Moderno.

Según se indica en la introducción de la quinta edición, el estilo APA es una variante del sistema autor-fecha del estilo bibliográfico de la Universidad de Chicago; no obstante, altera muchos de los lineamientos propuestos en ese manual y, a la fecha, ya se ha alejado bastante en algunos puntos.

Conviene alertar sobre algunos problemas de traducción de la versión de Manual Moderno. Aun cuando el equipo de esta editorial hace una labor muy loable, hay puntos en donde no se ha adaptado el estilo a las reglas del español, o en donde en el proceso de traducción quedaron pendientes adaptaciones necesarias. También es necesario cuidar la aplicación de algunas reglas que, en nuestro contexto, pueden resultar poco prácticas.

El manual de la APA se encuentra en su sexta edición (2009) y ya está disponible la traducción al español (2010).


Manual de la MLA
La Modern Language Association (Asociación Moderna de Lengua [MLA]) publica su manual desde 1985, ya en la tercera edición: MLA Style Manual and Guide to Scholarly Publishing (2008). Este estilo bibliográfico es ideal para los estudios literarios y se ha difundido su uso en el campo de las humanidades. Difiere bastante de los estilos de Chicago y de la APA, pero está mejor adaptado a la cita de fuentes literarias, poesía y obras clásicas.


Manual de la MHRA
La Modern Humanities Research Association (Asociación Moderna de Investigación en Humanidades [MHRA]) fue fundada en Cambridge (Inglaterra) en 1918 y su estilo bibliográfico es seguido por múltiples instituciones europeas. Es muy similar al de Chicago y tiene la ventaja de ser gratuito, puesto que se puede descargar libremente del sitio web de la asociación.

Es muy adecuado para áreas de humanidades, como pueden ser publicaciones en el campo de la historia. Por su similitud con Chicago, y por el hecho de poderse usar libremente, es un estilo que merece consideración.


Vancouver y el Council of Science Editors (CSE, antes CBE)
En el campo de la salud y las ciencias exactas, respectivamente, estos dos estilos tienen gran prestigio y mucha tradición en Norteamérica. El estilo CSE se emplea especialmente en el campo de la biología, pero se ha extendido su uso a otras ciencias. Algunas personas encuentran complejo el estilo de Vancouver, puesto que en lugar de un sistema de autor-fecha, numera cada una de las referencias. Este método complica la creación de la lista de referencias final. Sin embargo, para publicaciones en estos campos, ambos sistemas deben ser considerados.


Blue Book
El Blue Book o libro azul es el estilo diseñado por la Universidad de Harvard para la citación de fuentes jurídicas. Los lineamientos para fuentes jurídicas de los manuales de Chicago y la APA se basan en esta publicación, pero conviene notar que no siempre se puede aplicar en países cuyo sistema jurídico difiere del norteamericano (basado en jurisprudencia).


Normativa ISO
Las normas ISO forman parte de los lineamientos de estandarización de la International Organization for Standardization [Organización Internacional de Normalización]) fundada en Londres en 1946. Este no constituye un estilo bibliográfico propiamente dicho, sino un marco normativo para que cada institución u organización formule su propio estilo. La norma ISO 690 se encuentra en su tercera edición (2010). El documento original de ISO está sujeto a derechos de autor y debe ser adquirido en el sitio web de esa organización o en cualquiera de sus filiales en cada país por un precio superior a los $100; pero una interpretación gratuita de estas normas, elaborada por Javier Bezos, puede descargarse en el sitio Tex y Tipografía.

La normativa UNE para referencias bibliográficas, realizada por la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR) es el equivalente de la normativa ISO para España.


En síntesis
Considero que es un error de los académicos casarse con un estilo bibliográfico extranjero solamente porque está de moda o por desconocimiento de las alternativas. De los estilos aquí mencionados, ni uno solo ha sido diseñado para ser empleado en la lengua española y solamente dos de ellos han sido adaptados de alguna manera (APA e ISO). Debido a los problemas de derechos de autor, solamente uno de estos estilos (el de la MHRA) está libremente disponible en línea. La interpretación y adaptación de Javier Bezos del ISO también es gratuita, aunque el manual original de esta institución no lo es.

Es nuestra responsabilidad elegir el estilo más adecuado para nuestra publicación y conocerlo a fondo. Debemos ser conscientes de las implicaciones de elegir un estilo. Por ejemplo, no es conveniente decidir emplear el estilo de la APA y basarse en algún resumen de segunda mano para aplicarlo: lo correcto sería adquirir el manual y revisar cuidadosamente la traducción para adaptarlo adecuadamente a nuestra lengua.

Una vez elegida la convención bibliográfica y resueltos sus pormenores, el resto es divertimento académico: leer, entretejer, citar y crear… con estilo.

lunes, 3 de enero de 2011

Falsos amigos: "facilites" no es "facilidades"

En el campo teórico y profesional del turismo, hay un falso amigo que se ha filtrado en textos de toda clase: facilidades por facilities.

Este caso se ha generalizado al punto de hallarse en traducciones descuidadas realizadas por editoriales de prestigio (conozco al menos un caso en una editorial mexicana cuyo nombre no mencionaré) y en toda clase de documentación informativa, como afiches, desplegables y páginas web.

Por ejemplo, en un afiche en un parque nacional costarricense, se puede leer el siguiente título: “Servicios y facilidades”. Bajo ese rubro, se desglosan, entre otros, los siguientes puntos: “Nueve diferentes senderos, puente colgante, caminatas guiadas, albergue con facilidades para albergar a 47 personas”. En el mismo afiche se encuentra la traducción al inglés de esta información; ahí, el título es “Services and facilities”.

Este es un claro ejemplo de falso amigo en donde facilities no puede traducirse por facilidades. A continuación veremos por qué.

Facility (en inglés) tiene al menos tres campos semánticos principales (que se pueden ver en sus distintas acepciones). El primero coincide en buena medida con la definición en español del vocablo: “la cualidad de que algo se realice fácilmente” o, como dice el DRAE, “disposición para hacer algo sin gran trabajo”. Otro campo semántico es habilidad o facultad para hacer algo; en estos casos, la mejor traducción es, en efecto, habilidad, facultad o capacidad de. En el único ejemplo en donde es más o menos equivalente al español es en la expresión facilidad de palabra, pero no puede usarse así en otros contextos, como podría ser “the facility for languages” que se traduciría como “habilidad para las lenguas”.

El falso cognado sobre el que aquí estamos llamando la atención se produce en la otra acepción en inglés: facility también significa ‘algo (como un hospital) que es construido, instalado o establecido para servir a un propósito particular’ (traducido del diccionario Merriam-Webster). También se le define como ‘espacio o equipo necesario para hacer algo’. Ejemplos: cooking facilities; facilities for picnicking, camping, and hiking; facilities include two swimming pools.

En español (basta consultar el DRAE o el diccionario de María Moliner), ninguna de las acepciones incluye ese significado. En cambio, sí podríamos emplear las palabras instalaciones y servicios para referirnos a este tipo facilities, según lo que se esté diciendo en cada caso. Por lo tanto, en el ejemplo que aportamos al inicio del artículo, lo correcto habría sido escribir “Servicios e instalaciones”.

Si somos editores de libros en el campo del turismo, tenemos la responsabilidad de emplear correctamente el vocablo y corregir a nuestros autores cuando, ya interiorizado este falso amigo, escriben sin cesar facilidades con el sentido de instalaciones y servicios. Un error de traducción generalizado no es excusa para avalar el uso de un falso amigo cuando existen alternativas correctas y viables en nuestra lengua.

Artículos relacionados
¿Qué es son los falsos amigos?

¿Qué son los "falsos amigos"?

Los falsos amigos o falsos cognados son palabras de distintas lenguas cuya forma (morfología) es muy similar, pero cuyos significados son muy distintos entre sí. Para dar apenas unos ejemplos, el inglés library significa ‘biblioteca’, no ‘librería’; success significa ‘éxito’, no ‘suceso’ y exit significa ‘salida’, no ‘éxito’.

Los falsos amigos aparecen frecuentemente en traducciones realizadas por novatos o personas con poca formación y experiencia en el ramo. Son frecuentes en traducciones muy literales, en donde quien traduce se deja llevar por la forma de la palabra (morfología) y no investiga los significados de las dos palabras en cada lengua (semántica). Esto produce imprecisiones en la comunicación.

Si los lectores de la palabra mal traducida desconocen la lengua de origen, por lo general carecen de herramientas para detectar el error. Como resultado, las malas traducciones –tanto libros publicados por editoriales, como en medios de prensa– llegan a generalizarse sin remedio y grandes públicos adoptan un falso cognado como la forma correcta de un concepto.

El problema se agrava cuando el falso amigo logra insertarse en una comunidad de hablantes de alguna clase; por ejemplo, entre un grupo de investigadores, en una universidad, entre los docentes de una carrera, en un gremio profesional… Así, en poco tiempo, los miembros de esa comunidad están hablando entre ellos con un falso cognado cuyo significado todos parecen entender. ¿Por qué, le preguntan al filólogo, sería necesario corregirlo?

Mi respuesta siempre está a medio camino entre el respeto por la norma y la buena comunicación: un falso amigo, por lo general, es el resultado del error humano; error que solo se puede generalizar si las personas responsables de los medios de comunicación no lo detienen a tiempo. Si nosotros estamos en el medio editorial (ya como editores, correctores de estilo o escritores de cualquier clase, periodistas incluidos), estamos obligados por nuestra profesión a un uso responsable de los vocablos. Resulta triste cuando un lector no especializado utiliza la mala traducción de una editorial reconocida para respaldar y legitimar el uso de un falso cognado.

Por otro lado, si detectamos una comunidad de hablantes en donde un falso cognado se ha introducido sin aviso, siempre conviene rectificar, aun cuando sea lentamente. Si la lengua va a cambiar, que cambie como debe: gracias a los hablantes que se adaptan a las nuevas necesidades de comunicación y no como la imposición inevitable e inconsciente de errores no corregidos a tiempo.


Lecturas recomendadas
Para ampliar el tema de los falsos amigos o falsos cognados recomiendo la lectura de la entrada “falsos amigos” en el el Diccionario de redacción y estilo de José Martínez de Sousa (2003), en donde se explica el origen del término y se proponen alternativas para su denominación.