lunes, 6 de septiembre de 2010

Cómo seleccionar la tipografía: consejos de los expertos

En el diseño editorial o diseño de libros, la selección de la tipografía (todas las características tipográficas de la obra) es esencial. Este tema lo abordamos hace unas semanas en el artículo “La voz del texto: la función de la tipografía en el diseño de libros”.

Hoy traemos algunas de las recomendaciones que proporciona el maestro tipógrafo Robert Bringhurst en su indispensable obra The Elements of Typographic Style (Los elementos del estilo tipográfico, cuya traducción al español puede adquirirse en la colección Libros sobre Libros del Fondo de Cultura Económica y Libraria).

Recomendaciones técnicas imprescindibles
Bringhurst inicia sus recomendaciones con algunos consejos técnicos, que los legos en tipografía a menudo pasamos por alto. Las formas de las letras no son diseñadas únicamente en la mesa de dibujo o la computadora del tipógrafo. Se sabe que una vez el trazo caiga sobre la hoja de papel, habrá múltiples factores que alterarán su acabado: las diferencias entre la impresión con tipos duros (imprenta) y el ófset, por ejemplo; la calidad del papel (mayor o menor nivel de porosidad); el uso de tecnología digital, como la impresión láser y, hoy día, incluso hay que considerar la forma en que las letras se despliegan en la pantalla de la computadora, si el producto fue diseñado para ser leído exclusivamente en la web.
Así, Bringhurst recuerda que cada fuente fue diseñada para un medio impreso específico y siempre es necesario encontrar versiones modernizadas, fieles al diseño original, pero adaptadas a la tecnología que pretendemos emplear.

Antes de seleccionar la fuente, debemos ya conocer el medio de salida, porque muchas fuentes elegantes, llenas de curvas suaves y diseños exquisitos, se pierden por completo cuando se imprimen en papeles muy porosos o a tamaños muy pequeños.

Bringhurst da ejemplos claros: Bembo, Centaur, Spectrum y Palatino, dice, tienen un diseño sutil y hermoso, pero quedarán aplastadas y saturadas a 8 puntos, en una impresión digital (láser), de 300 dpi (puntos por pulgada, por sus siglas en inglés).

Esas condiciones de impresión, que pueden ser letales también para fuentes como Centaur, Spectrum, Linotype Didot y casi cualquier versión de Bodoni, bien podrían ser superadas por fuentes como Amasis, Caecilia, Lucida Sans, Stone y Utopia.

¿Qué texto estamos tratando de comunicar?
Entre los criterios más difíciles de apliacar, se encuentra la selección de la tipografía según su pertinencia y adaptación a los contenidos por comunicar. Bringhurst pone el ejemplo de un libro sobre bicicletas de carreras. No es necesario elegir una fuente cuyas letras O estén dibujadas con rayos en el centro y las T parezcan manubrios.

La fuente más adecuada, en primer lugar, será una que esté bien diseñada en sí misma. En segundo lugar, debe ser legible; es decir, adecuada para la lectura de libros (es un libro, después de todo, lo que estamos diseñando). Finalmente, y solo cuando las dos condiciones anteriores se cumplan, debe tener cierta afinidad con el tema tratado. Puede ser, por ejemplo, una fuente de estilo italiano, pero bajo ninguna circunstancia tendrá exceso de ornamentación.

¿Qué tipo de caracteres vamos a utilizar?
Otro argumento básico para seleccionar la tipografía es el tipo de caracteres necesarios en el texto. Es posible que en una novela, los únicos signos no alfabéticos –además de puntos, comas y guiones– sean las comillas; pero una obra académica puede llevar desde un símbolo alfabético cualquiera, como l (litro) hasta todas las variaciones posibles de símbolos dentro de un área: porcentaje, pi, grados centígrados, comillas de varios tipos, números, viñetas, alfabeto fonético, lenguas clásicas, versalitas…

Estas son algunas de las fuentes que Bringhurst recomienda para cada necesidad tipográfica:
  1. Si el texto incluye gran cantidad de numerales, uno podría tener interés en elegir fuentes cuyos números estén especialmente bien diseñados, como Palatino, Pontifex, Trump Madiäval y Zapf Internacional.
  2. Si se necesitan versalitas, cualquier fuente que no las tenga queda descartada.
  3. Si se necesita una gran variedad de grosores (delgadas, bold, semibold, etc.), Frutiger podría servir.
  4. Si debe emplear alfabeto fonético, las opciones incluyen Stone Serif y Sans, Lucida Sans y Times Roman.
  5. Para cirílico, Charter, Minion, Lazurski, Officina, Quadraat, Warnock (serifadas); Syntax, Myriad, Futura (sin serifas).
  6. Para griego, Georgia o Palatino.
  7. Para Cherokee, Plantagenet.
Consideraciones históricas
Un buen tipógrafo como Bringhurst, conocedor de la historia del diseño de una fuente y su contexto, también recomienda elegir una fuente “cuyos ecos históricos y asociaciones estén en armonía con el texto”. No tiene sentido que un libro sobre la Francia del siglo XVII se imprima en Baskerville y Caslon, fuentes diseñadas en Inglaterra, en el siglo XVIII. O bien, que una obra sobre el barroco se diseñe con fuentes renacentistas o neoclásicas.

Muchos diseñadores, advierte Bringhurst, se deleitan en hacer mezclas descabelladas, puesto que esta no es una regla escrita en piedra. No obstante, es una consideración que se puede sopesar durante el proceso de investigación previo a la selección de las características tipográficas de un libro.

El diseño de la fuente y de la página también deben ir de la mano. No solamente la tipografía puede ser renacentista o neoclásica, dice Bringhurst, también pueden serlo las proporciones de la página y la selección de los márgenes. Un diseñador responsable y con buen gusto, si tiene el tiempo para hacerlo, podrá armonizar todos estos aspectos.

Consideraciones personales y culturales
Para cerrar el artículo, me permito traducir un párrafo del propio Bringhurst (puesto que tengo a la vista la edición en inglés):
Los trazos de las letras tienen carácter, espíritu y personalidad. Los tipógrafos aprenden a discernir estos rasgos tras años de trabajo de primera mano con las formas, y a través del estudio y comparación de la labor de otros diseñadores, presentes y pasados. Al inspeccionarlas de cerca, las letras revelan muchas pistas de las épocas y temperamentos de sus diseñadores, e incluso sus nacionalidades y creencias religiosas. Es posible obtener resultados más interesantes de las fuentes seleccionadas bajo estos criterios, que de aquellas elegidas por mera conveniencia de disponibilidad o coincidencia de nombre (2004: 99-100).
En síntesis
Cada publicación tiene sus propios requisitos técnicos, formales, culturales y sociales, y los rasgos formales de las familias tipográficas seleccionadas deben acoplarse a estos requisitos.
Jamás debemos olvidar que editamos para los lectores. Sus mentes solamente le ponen atención suficiente a la letra para reconstituir la palabra; y desde la palabra, la idea, el argumento, la obra, el otro libro, el que no es tangible (de papel y tinta), sino que existe en un illud tempore, en un espacio-tiempo permanente por encima de sus manifestaciones individuales. La función de la tipografía y de la edición es garantizar, sin tropiezos, el acceso del lector a ese libro, en la forma de una invitación agradable a la vista, inconsciente y diáfana al punto de crear la ilusión de ser invisible.




Referencia bibliográfica
Notas tomadas de Bringhurst, Robert. (2004). The Elements of Typographic Style. Version 3.0. 3.a ed. Vancouver: Hartley and Marks.

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