La escritura académica, como ya hemos visto en artículos anteriores, es una forma de escritura técnica. Surge una pregunta básica: ¿cómo se forman los escritores académicos? ¿Por inspiración? ¿Por genio? ¿Por imitación? Hasta el momento, en Costa Rica no existen esfuerzos sistemáticos para formar escritores académicos, fuera de algún curso aislado de redacción, fuera de ningún programa de formación. Los académicos deben aprender a escribir de la manera más difícil: enfrentándose a la escritura, usualmente de su tesis o sus artículos, con muy poca o ninguna guía en lo concerniente a la manera de escribir como tal.
Cuando estos académicos, especialistas, tratan de llegar al mundo editorial –o son convocados por este, para que pongan por escrito su saber– la única escritura que manejan, si la manejan, es el discurso estrictamente científico y técnico. Muchos carecen de la instrumentación para transformar el saber en bruto en una obra que comunique, transmita y eduque.
No puede existir una cultura editorial saludable sin su materia prima: una escritura saludable. Los escritores, elevados a la categoría de autores mediante su ingreso en el mercado editorial, son actores clave de todo entorno editorial que se respete.
En vista de esta circunstancia, las editoriales académicas, si quieren mirar hacia el futuro, tendrán que invertir en el presente. Es urgente formar escritores (autores potenciales) y contribuir a crear las condiciones para que quienes conocen, saben, investigan y enseñan adquieran las herramientas requeridas para hacer el salto cualitativo hacia la adecuada comunicación y enseñanza de su saber.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
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