miércoles, 26 de mayo de 2010

Lexicografía popular: indecencia

De cuando en cuando ocurren entre los pueblos fenómenos que motivan a la gente a reaccionar a través de la palabra. En la forma de chismes, chistes, chotas y toda clase de paráfrasis burlonas, se expresa el descontento popular. En tiempos así, circulan documentos anónimos, implacables en sus observaciones, pero que dan cuenta de la versatilidad de la palabra como medio expresivo.

Como una prueba del ingenio de la “lexicografía popular”, por darle algún nombre, reproduzco esta mordaz colección anónima (o al menos así me ha llegado) de definiciones para la palabra indecente. De cuando en cuando, vale la pena recordar que hay muchas maneras de definir una palabra, fuera de las estrictamente académicas.

Para contextualizar a nuestros lectores no costarricenses, conviene mencionar que este mensaje es una reacción a un acto de nuestro cuerpo legislativo que pretende aumentar sus ingresos salariales de manera descomunal, mientras promueve, simultáneamente, una ley que despojaría a miles de empleados públicos de muchos de sus derechos laborales adquiridos desde hace décadas. El resultado es un pueblo que redefine el concepto de indecencia. Lo transcribo casi tal cual me llegó, con algunas correcciones ortotipográficas.

EL CONCEPTO INDECENTE

INDECENTE es que el salario mínimo de un trabajador sea de ¢54 00 al día (¢1,620 al mes) y el de un diputado de ¢2 500 000,00 pudiendo llegar con dietas y otras prebendas a ¢3 500 000.

INDECENTE es que un catedrático de universidad o un cirujano de la sanidad pública ganen menos que el concejal de festejos de un ayuntamiento de tercera.

INDECENTE es que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca (siempre por unanimidad, por supuesto, y al inicio de la legislatura).

INDECENTE es comparar la jubilación de un diputado con la de una viuda.

INDECENTE es que un ciudadano tenga que cotizar 35 años para percibir una jubilación y a los diputados les baste solo con tres o con seis según el caso; y que los miembros del Gobierno, para cobrar la pensión máxima, solo necesiten jurar el cargo.

INDECENTE es que los diputados sean los únicos trabajadores (¿?) de este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo del ISR.

INDECENTE es colocar en la administración a miles de asesores (léase amigotes con sueldo) que ya desearían los técnicos más calificados.

INDECENTE es el ingente dinero destinado a sostener a los partidos aprobados por los mismos políticos que viven de ellos.

INDECENTE es que a un político no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para ejercer su cargo (y no digamos intelectual o cultural).

INDECENTE es el costo que representa para los ciudadanos sus comidas, coches oficiales, choferes, viajes (siempre en gran clase) y tarjetas de crédito por doquier.

INDECENTE es que sus señorías tengan más de dos meses de vacaciones al año (28 días en Navidad-enero, unos 17 en Semana Santa –a pesar de que muchos de ellos se declaran laicos– y unos 15 días en verano).

INDECENTE es que sus señorías, cuando cesan en el cargo, tengan un colchón del 80% del sueldo durante 18 meses.

INDECENTE es que ex ministros, ex secretarios de Estado y altos cargos de la política cuando cesan son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos salarios del erario público.

INDECENTE es que se utilice a los medios de comunicación para transmitir a la sociedad que los funcionarios solo representan un costo para el bolsillo de los ciudadanos...

INDECENTE es que nos oculten sus privilegios mientras vuelven a la sociedad contra quienes de verdad les sirven.

¿Y mientras hablan de política social y derechos sociales?

¡¡QUÉ INDECENTE!!

1 comentario:

  1. Verdaderamente, el poder corrompe y por tanto, todos los altos (y bajos) polìticos son siempre unos putos que sólo quieren joderse al pueblo.

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