lunes, 3 de mayo de 2010

Expresiones vacías: «Cobrar gran auge»

Muchos autores y periodistas emplean la combinación «cobrar gran auge». ¿Cuál es el significado exacto de esta expresión? ¿A cuál imagen o concepto abstracto remite? ¿Es precisa y clara en la transmisión de su mensaje? Por costumbre de escucharla rellenando textos y en noticieros de renombre internacional, uno se llega a hacer inmune a su vacío. En esos momentos, conviene despertarse y tratar de llegar hasta el fondo de una expresión como estas.

Le propongo un ejercicio retórico: usemos la vieja herramienta del diccionario, la misma que emplearía cualquier lector en cualquier parte del continente.

El primer vocablo, el verbo cobrar, tiene muchas acepciones. La más útil en este contexto es ‘adquirir’.

Le sigue gran, apócope de grande. Esta no da mayores problemas: es un adjetivo de magnitud.

Finalmente encontramos auge. Aquí encontramos dos definiciones básicas: ‘período o momento de mayor elevación o intensidad de un proceso o estado de cosas’ y, casi idéntica a la anterior, pero en astronomía, ‘apogeo’. Esta última, además de sus significados especiales en astronomía, también se define como ‘punto culminante de un proceso’.

Ahora hagamos la traducción: «cobrar gran auge» sería el equivalente de «adquirir gran momento de mayor elevación o intensidad de un proceso o estado de las cosas».

¿Nota algo excesivo o incluso contradictorio?

Tal vez uno de los fenómenos más notorios es el énfasis redundante: el auge es ya, por definición, el momento más grande dentro de un proceso, el punto culminante. No hay nada más «grande» que un auge dentro de un proceso.

Por otro lado, conviene ver la relación entre cobrar gran y auge. El auge es el pico máximo en un proceso evolutivo, el final de un proceso (una secuencia encadenada de eventos) que se inició mucho atrás, mientras que el cobrar es, quizás de manera implícita, un punto de inflexión y de un cambio de estado, algo más cercano a un inicio. Pareciera que ambas, «cobrar» y «auge» se sitúan en lugares opuestos de la secuencia cronológica de un proceso; son excluyentes y, por lo tanto, no deberían emplearse de manera adyacente.

Ahora viene una pregunta que desborda las definiciones estrictas de un diccionario. ¿Qué pretendían comunicar los hablantes al elegir la expresión «cobrar gran auge»? Mi hipótesis personal es que, el sentido, en su contexto, sería más bien algo similar a «iniciar el vuelo», «adquirir mucho éxito», «ponerse de moda» o «experimentar un boom».

¿Quiénes la utilizan? Esta es otra buena pregunta y mi respuesta también es una hipótesis: periodistas, comunicadores y escritores que, imitando a los periodistas, comunicadores y escritores de generaciones anteriores, piensan que la expresión es elegante, digna y muy precisa en su significado. No me parece que sea una expresión del habla cotidiana; todo lo contrario: tiene un dejo de afectación, una necesidad de sonar «importante», una vacuidad formal de salirse de la expresión diaria para sonar como alguien que domina la lengua y la hace sonar «bella».

Peor todavía: en algunos textos, la expresión se vuelve latiguillo (especialmente si es algún tipo de descripción histórica), y de repente, todo, continuamente, cobra gran auge, al punto de no poderse distinguir entre los momentos de apogeo, los de inicio y los de decadencia, porque en los momentos de inicio todo parece que ya ha cobrado su cuota de auge.

La decisión de eliminar o mantener esta expresión cae en el rango de norma editorial o de corrección. ¿A quién le hablamos? ¿Cómo le hablamos? ¿Cómo necesita que le hablemos? Al respondernos estas preguntas podremos decidir si nos comprometemos o no con la expresión «cobrar gran auge» o la reemplazamos por algo menos rimbombante, pero más preciso y transparente en su significado.

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