domingo, 14 de noviembre de 2010

La escritura por metas y los calendarios de producción

La cuantificación del libro en sus cifras constitutivas es un excelente método para abandonar el topus uranus del escritor y aterrizar en la vida real de los calendarios de producción editorial. Ya seamos autores o editores, este ejercicio de escritura por metas es un sano inicio para tener calendarios de producción realistas y ejecutables.


El libro en cifras
Un libro, visto como obra terminada, es un texto de una extensión considerable. Hay que verlo en páginas, palabras o caracteres. Hay que cuantificarlo para comprender cuál es su verdadero alcance en tanto objeto tangible, tocable, legible…

En el NaNoWriMo se propone la meta de escribir una novela/libro de 50 000 palabras, cuya extensión sería aproximadamente de 150 páginas.

Las metas diarias de escritura
Los participantes de NaNoWriMo formalmente inscritos disponen de una herramienta sencilla pero poderosa: las estadísticas. Diariamente se debe actualizar el conteo de palabras acumuladas hasta ese día.

Esta herramienta, por sencilla que parezca, le ayuda al escritor a aterrizar en la dura realidad de los plazos y las entregas. Si su libro tiene 50 000 palabras, está obligado a escribir 1667 palabras diarias. Si un día no lo hizo, al día siguiente la meta diaria se elevará.

En mi caso, por ejemplo, al día de hoy, debería escribir 2739 palabras al día, si quiero terminar mi libro el 30 de noviembre. Las estadísticas me lanzan la realidad a la cara: ya estoy retrasada en mi calendario de entregas. Mi promedio diario no ha alcanzado el mínimo requerido, así que la estadística –imparcial e inmisericorde– me dice en qué fecha terminaría mi libro, de seguir con este ritmo: 29 de diciembre.

La escritura en el calendario de producción del libro
En este hipotético calendario de producción, no existen todavía relectura, reescritura, evaluación editorial, correcciones sugeridas y su aprobación, maquetación o diagramación de la obra, corrección de pruebas (y sus respectivos cotejos) y tiempos de imprenta.

La mayoría de las editoriales reciben obras listas para iniciar su proceso de producción editorial, gracias a la labor de filtro y retroalimentación realizada por los agentes literarios.

El asunto se complica para las editoriales académicas que elaboran obras a partir de diseños de curso, según los lineamientos de una carrera o plan de estudios.

En estos casos, el editor del material deberá acompañar al autor en el proceso de levantamiento de obra gris. Son libros de 250 páginas, con ciertos recursos gráficos que los reducen a unas 100 000 palabras.

Si un autor dedicara un tiempo diario a lograr 1667 palabras escritas al día, podría terminar el primer borrador de la obra en 60 días (sin lectura de nadie: editor, especialista, asesores académicos). Es decir, se necesitarían dos meses como mínimo antes de que el texto esté preparado para comenzar su otra peregrinación: lecturas, revisiones, correcciones y producción editorial. Durante esos dos meses, el autor entregaría 11 669 palabras por semana.

Si la editorial quisiera que el libro se escriba más rápido, deberá darle metas claras a su autor: un libro de 100 000 palabras en un mes requiere de 3334 palabras diarias y 23 300 palabras semanales. ¿Tiene el autor el tiempo suficiente para lograr la meta? ¿Cuántas horas de escritura reales, sin dilaciones ni problemas de inspiración, necesita al día? ¿De qué manera compensará por los fines de semana, el cumpleaños de la abuelita o la fiesta de aniversario de la boda de su mejor amigo? ¿Comprende el autor, al firmar el contrato, las necesidades diarias de escritura de la obra para alcanzar las metas editoriales propuestas?

En síntesis: la dura realidad
La escritura es el primer paso en el camino hacia la obra publicada. Si las metas no son claras aquí, en esta fase del proceso, el resto del calendario se verá expuesto al fracaso y a las dilaciones interminables. Al autor le hará bien descomponer su obra en cifras y fijarse metas claras, según las capacidades reales de su vida (trabajo, familia, proyectos, compromisos, enfermedades, imprevistos…). Las metas son para cumplirlas. Las cifras, las estadísticas de nuestra escritura diaria serán implacables y nos dirán, con frialdad, cuándo estará lista la obra de nuestros sueños o la que nos hemos comprometido a entregar.

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